Brasil no tendrá listo los estadios para la Copa Confederaciones de este año.

Foto: AFP
(Líder) - Más de medio millón de entradas fueron vendidas para la Copa de las Confederaciones de junio, pero Brasil todavía tiene que terminar los principales estadios para el torneo considerado un ensayo general de la Copa Mundial del 2014. 

 En vísperas de cumplirse el plazo límite fijado por la FIFA, Brasil apenas ha entregado tres de los seis estadios para la Copa de Confederaciones. El organismo rector del fútbol mundial exigió que los seis estuvieran listos antes de diciembre del 2012, pero retrasos en la construcción obligaron a extender el plazo hasta el 15 de abril. E incluso con ese tiempo extra, no todos estarán terminados.

 Las ciudades de Belo Horizonte, Fortaleza y Salvador cumplieron y se espera que Recife inaugure su Arena Pernambuco el domingo, un día antes de la fecha tope fijada por la FIFA. En Brasilia unos 5.000 obreros trabajan sin parar para terminar el Estadio Nacional Mané Garrincha, fijando asientos de plástico en las gradas de concreto y drenando el campo donde todavía deben colocar el césped. El campo de juego de 500 millones de dólares en el centro de la capital modernista de Brasil es el más caro de los 12 donde se disputará la Copa Mundial del 2014. Brasil enfrentará allí a Japón en el partido inaugural de la Copa de las Confederaciones el 15 de junio, en la que será la primera prueba sobre la capacidad del país para organizar dos grandes eventos deportivos: la Copa Mundial y dos años después los Juegos Olímpicos. 

 Los atrasos en las obras y excesos de gastos están amenazando con transformar en un papelón los dos eventos con los que Brasil pretende mostrar al mundo su estatus de potencia económica. Funcionarios brasileños, sin embargo, insisten en que todo saldrá bien. Al inaugurar la semana pasada el estadio Fonte Nova de Salvador, la presidenta Dilma Rousseff dijo que Brasil, el pentacampeón mundial de fútbol, demostrará que es invencible dentro y fuera del campo "superando las expectativas" con la organización de la Copa Mundial. 

El principal problema es con el legendario Maracanã de Río de Janeiro, el mayor estadio de Brasil construido para la Copa Mundial de 1950, que ganó la selección uruguaya de Obdulio Varela. Trabajadores continúan dando los retoques finales a la arena donde se disputará la final de la Copa de las Confederaciones el 30 de junio, que es objeto de una remodelación de 400 millones de dólares, la tercera en 12 años. El césped ya fue colocado y más de la mitad de sus 78.000 asientos están instalados, pero el gigantesco techo todavía no se ha terminado y las reformas en las áreas de acceso ni siquiera empezaron. El Maracanã debía estar listo en diciembre pasado, pero la fecha de entrega fue retrasada varias veces. En el mejor de los casos será entregado el 27 de abril, según fuentes de la FIFA y del estado de Río de Janeiro. Pero hay quienes dudan que eso ocurra. 

 El secretario general de la FIFA, Jerome Valcke, reconoció exasperado la semana pasada que Brasil no llegará a tiempo. "No todos los preparativos operacionales estarán en un 100 por ciento" para la Copa de las Confederaciones, escribió Valcke en la página web de la FIFA, advirtiendo que ese tipo de retrasos no serán tolerados para la Copa Mundial. "La fecha límite para la entrega de los estadios de la Copa Mundial de la FIFA continúa firme en diciembre del 2013", escribió. La Copa Mundial será un enorme desafío logístico: unos tres millones de fanáticos -más de 500.000 de ellos extranjeros- llenarán 12 estadios en igual número de ciudades de Brasil para ver a 32 países disputando 64 partidos. Los preparativos para la Copa Mundial del 2014 fueron criticados en varias ocasiones por la FIFA, incluyendo la memorable cita de Valcke el año pasado de que Brasil necesitaba "una patada en el trasero". Con tantos hinchas yendo a los partidos, los retrasos en la modernización de los aeropuertos y transporte urbano podría causar una pesadilla logística. Los proyectos de agregar carriles para autobuses, tranvías y monorrieles en Brasilia, Fortaleza, Manaus, Salvador y Sao Paulo no estarán terminados a tiempo, según la agencia gubernamental que audita los gastos públicos. 

La Copa de las Confederaciones reúne a los campeones de las seis confederaciones geográficas de la FIFA, junto con el actual campeón mundial España y los anfitriones del próximo torneo. Es considerada un importante test organizativo de cara al Mundial. Y la demanda de entradas para el torneo ha sido elevada, con más de 546.000 boletos vendidos hasta ahora, según la FIFA. Si todo sale bien, la Copa de las Confederaciones será disputada en estadios habilitados pero inacabados. Una preocupación es que los funcionarios brasileños declaren las obras como completas y las inauguren aunque no estén listas, algo que ocurre con frecuencia en Brasil. En Río de Janeiro las autoridades inauguraron en 2008 una enorme sala de conciertos y un complejo musical que, sin embargo, demoró otros cuatro años en ser terminado porque la construcción era demasiado mala. Y el estadio Engenhão, inaugurado para los Juegos Panamericanos del 2007 en Río de Janeiro, fue cerrado el mes pasado por temor a que el techo se venga abajo en caso de fuertes vientos. 

 En la nueva Gremio Arena de Porto Alegre, un estadio que no será usado para la Copa Mundial, el césped era tan malo que el club tuvo que jugar partidos en otros estadios mientras lo reparaban. La FIFA exige que los nuevos estadios sean probados dos veces, idealmente con partidos de fútbol. En el Maracanã el primer test ocurrirá a puertas cerradas, cuando los miembros del comité organizador Ronaldo y Bebeto disputen un partido con sus amigos. Pero la gran prueba será el 2 de junio, dos semanas antes de la apertura de la Copa de las Confederaciones, cuando Brasil tiene programado un amistoso contra Inglaterra. Brasil demoró dos años en decidir cuáles serían las 12 ciudades sedes de la Copa Mundial del 2014, perdiendo un tiempo precioso. 

Y según la ex estrella Ronaldo, es un problema cultural. "Dejamos todo para el último minuto", dijo Ronaldo al diario O Globo el domingo. "Teníamos desde el 2007 para organizarnos. Si lo hubiéramos hecho, hoy no estaríamos bajo esta presión". (Reporte adicional de Tatiana Ramil y Pedro Fonseca; Editado en español por Esteban Israel)

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