(EP) - Los partidarios de Mohamed Morsi se lanzaron este viernes a las calles a expresar su ira por la deposición y arresto del primer presidente de la joven democracia de Egipto. Tras el rezo de mediodía en diversas mezquitas, decenas de miles de personas marcharon hasta los cuarteles donde las fuerzas armadas retienen aislado a Morsi. El Ejército y la policía contuvieron su avance con botes de gas lacrimógeno y perdigones, y abrieron fuego de forma selectiva cuando las multitudes no se dispersaron. Al menos seis personas fueron abatidas, una de ellas de un disparo a la cabeza, según varios testigos. Cientos resultaron heridas, muchas de ellas por perdigonazos, otras por la asfixia provocada por los gases empleados.
Las fuerzas islamistas de Egipto, que lograron el poder el año pasado en las primeras elecciones libres del país, prometieron mantener la lucha y seguir en las calles hasta que el Ejército libere a Morsi y restaure el orden que había antes del golpe de Estado del miércoles. Las jornadas previas y posteriores a la intervención militar fueron festivas en El Cairo, con celebraciones y fuegos artificiales en la plaza de Tahrir. Ayer se posaron sobre la capital la tensión y la violencia. Los vehículos acorazados cercaron varios accesos a Tahrir, para bloquear el acceso de manifestaciones de partidarios de Morsi. Cazas y helicópteros militares sobrevolaron la plaza constantemente por la tarde y por la noche.
Las fuerzas islamistas de Egipto, que lograron el poder el año pasado en las primeras elecciones libres del país, prometieron mantener la lucha y seguir en las calles hasta que el Ejército libere a Morsi y restaure el orden que había antes del golpe de Estado del miércoles. Las jornadas previas y posteriores a la intervención militar fueron festivas en El Cairo, con celebraciones y fuegos artificiales en la plaza de Tahrir. Ayer se posaron sobre la capital la tensión y la violencia. Los vehículos acorazados cercaron varios accesos a Tahrir, para bloquear el acceso de manifestaciones de partidarios de Morsi. Cazas y helicópteros militares sobrevolaron la plaza constantemente por la tarde y por la noche.
El líder supremo de los Hermanos Musulmanes apareció este viernes en la mezquita de Raba al Adawiya, en cuyas inmediaciones han acampado miles de islamistas. “Nos quedaremos en nuestras plazas hasta que podamos liberar al presidente a hombros”, dijo Mohamed Badie a los congregados. “Daremos nuestras almas por Morsi”, añadió. Fuentes gubernamentales dijeron el jueves que las fuerzas armadas habían arrestado a Badie en una localidad costera, algo que él desmintió. La fiscalía ha liberado, tras dos días de detención, a dos líderes de ese movimiento islamista, Saad al Katatni, presidente del Partido Libertad y Justicia, la rama política de la hermandad, y Rashad Bayoumi, vicepresidente de la formación islámica.
“Somos hermanos, somos egipcios”, cantaban los partidarios del Presidente depuesto a los soldados a los que se encontraban en sus marchas. “Nosotros no estamos en contra de las Fuerzas Armadas. Nos oponemos a sus líderes, que son los que han dado el golpe de Estado”, gritaba Wael Shakouri, de 40 años. “¡Es el general [Abdel Fatah] Al Sisi el que ha traicionado a la patria y a la revolución!”, decía, en referencia al comandante en jefe del Ejército, quien le comunicó a la nación el golpe de Estado y la hoja de ruta militar, que pasa por la creación de un Ejecutivo transitorio y la convocatoria de elecciones presidenciales y legislativas.
Desde varios puntos de la ciudad, los partidarios de Morsi marcharon a los cuarteles en los que le custodian las fuerzas armadas. Los soldados lanzaron botes de gas lacrimógeno. Hubo quienes se resistieron a ser dispersados. “Seguid, avanzad, no os marchéis”, gritaban, las bocas tapadas con pañuelos, a la multitud en avalancha. Los soldados trataron de espantarles disparando al aire y con perdigonazos. Uno de los manifestantes fue alcanzado en la cabeza, cayendo fulminado al suelo a escasos metros de un grupo de periodistas. Otro fue herido en el cuello, y evacuado por una ambulancia. Un intenso olor a gas lacrimógeno se mantuvo en la zona durante parte de la tarde.
“¡Morsi o la muerte!”, gritaba Mohamed Saker, de 25 años. Quedaba patente que el golpe del miércoles ha ahondado unas divisiones ya de por sí profundas en la sociedad egipcia. Después de décadas de represión por parte del régimen de Hosni Mubarak, derrocado en 2011, los islamistas se sienten de nuevo acosados y perseguidos. “¡Califato! ¡Para imponer la sharia!”, exclamaba Saker.
Ayer el nuevo Presidente interino, Adli Mansur, disolvió la cámara alta del Parlamento, el Consejo de la Shura, dominado por los islamistas. Era el toque final del golpe orquestado por los militares tras la jornada de inmensas manifestaciones que paralizó el país el domingo, la jornada del aniversario de la investidura de Morsi, en la que salieron a las calles hasta 17 millones de personas, según estimaciones gubernamentales. Egipto había perdido así a su primer Ejecutivo democrático, la Constitución de corte islamista refrendada en las urnas en diciembre y, por fin, la única cámara operativa del Parlamento. Mansur está intentando formar un equipo de Gobierno transitorio, mientras el Ejército se encarga de garantizar la seguridad y estabilidad de la nación.
Los líderes de los Hermanos Musulmanes se encargaron ayer de dejar claro que esa estabilidad dista mucho de estar garantizada. Han prometido seguir manifestándose como un contrapeso iracundo a las grandes celebraciones de la plaza de Tahrir, que el viernes, por sexta noche consecutiva, bullía con miles de personas con espíritu festivo. “Han instaurado un Estado policial, han arrestado a líderes políticos, tratan de romper los partidos políticos”, dijo Mohamed Beltagy, secretario general del Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes. “Cuando un grupo ve que no se respeta algo tan básico como las elecciones puede volverse fácilmente violento”.