El caso que da nombre al síndrome de Estocolmo cumple 40 años.

(IB) - De acuerdo con la BBC Mundo, aunque el síndrome de Estocolmo es una condición ampliamente conocida, el incidente que llevó a su creación permanece relativamente oscuro.

Era 23 de agosto de 1973 cuando Birgitta Lundblad, Elisabeth Oldgren, Kristin Ehnmark y Sven Safstrom fueron tomados de rehenes en el Kreditbanken por el criminal de carrera de 32 años Jan-Erik Olsson, quien más tarde recibió apoyo de un ex compañero de prisión. Seis días después, cuando terminó el asedio, se hizo evidente que las víctimas habían formado una especie de relación positiva con sus captores.

El síndrome de Estocolmo nació como una explicación. La frase fue acuñada por el criminólogo y psiquiatra Nils Bejerot.

Pero ¿qué pasó en el banco de la plaza Norrmalmstorg de Estocolmo que permitió a los cautivos experimentar sentimientos positivos hacia sus captores a pesar de temer por sus vidas?

En una entrevista que concedió a Radio Suecia en 2009, la víctima Kristin Ehnmark explicó: "Entras en una especie de contexto en el que todos tus valores, la moral que tienes, han cambiado de alguna forma".

Fue Ehnmark quien, según los informes, desarrolló la relación más fuerte con Olsson. Incluso se publicaron informaciones erradas de que ambos se habían comprometido.

En una de las llamadas desde la bóveda del banco al entonces primer ministro sueco Olof Palme, Ehnmark suplicó que la dejaran salir del banco con los secuestradores. Una de las exigencias de Olsson había sido un auto, con el que planeaba escapar con sus rehenes. Las autoridades lo rechazaron.

Ehnmark le dijo entonces al primer ministro que estaba "muy decepcionada" de él y que pensaba que estaba "jugando a las damas" con sus vidas. "Confío plenamente en ellos. No estoy desesperada. No nos han hecho nada, al contrario, han sido muy buenos. Pero sabes algo, Olof, a lo que le temo es a un ataque policial que nos cause la muerte".

De acuerdo con el mismo artículo, el periodista estadounidense Daniel Lang entrevistó, un año después del incidente, a todas las personas involucradas en el drama para un reportaje de la revista New Yorker.

Los rehenes hablaron de haber sido tratados bien por Olsson, y en esa época el periodista escribió que parecía que los secuestrados creían que le debían la vida al par de criminales.

La BBC relata lo sucedido en una ocasión en la que a una de las secuestradas, que sufría de claustrofobia, se le permitió salir de la bóveda en la que estaban encerrados con la condición de que llevara una cuerda atada al cuello. Ella confesó que entonces le pareció que Olsson era "muy bueno" por haberla dejado moverse por el banco.

Si bien el síndrome de Estocolmo normalmente se aplica para explicar los sentimientos ambivalentes de los cautivos, los sentimientos de los captores también pueden sufrir variaciones.

Olsson comentó que al principio del asedio podría haber matado "fácilmente" a los rehenes, pero esto cambió con los días. El periodista Lang describe: "Olsson habló severamente. 'La culpa fue de los rehenes', dijo. 'Ellos hicieron todo lo que les pedí. Si no lo hubieran hecho, quizás no estaría aquí ahora. ¿Por qué ninguno me atacó? Ellos hicieron que fuera difícil matarlos. Nos hicieron convivir juntos día tras otro, como corderos, en esa inmundicia. No había otra cosa que hacer que conocernos'".

La bondad del secuestrador y cuán involucrado está con los secuestrados representa un papel esencial para que se cree este síndrome, que especialistas coinciden que se da en muy raras ocasiones.

Por su parte, el trato durante el secuestro es un factor importante para que ocurra el síndrome de Estocolmo. "En la medida en que haya sido más negativo, violento, agresivo, la posibilidad de que se presente disminuye sensiblemente", señaló a la BBC el psicólogo colombiano Emilio Meluk. "En cambio, si ha sido muy bueno, sin haber mucha violencia, entonces la posibilidad aumenta".

Otros factores para que ocurra este fenómeno son la edad de la persona que ha sido secuestrada -"Encontré que mientras más joven es la persona, más tendencia hay para que se presenten síntomas parecidos a los de este síndrome", explica el especialista- y el tiempo, "si el secuestro ha sido muy prolongado, la posibilidad de que haya una identificación aumenta".

Quizás una de las mayores dificultades para diagnosticar este síndrome, que también es conocido como vinculación afectiva de terror o traumática, se deba a que no está reconocido por los dos manuales más importantes de psiquiatría: el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales y la Clasificación Internacional de Enfermedades.

Emilio Meluk considera que el término es obsoleto debido a que la forma de supervivencia de un secuestrado, en un momento dado, es inclinarse a favor de los secuestradores.

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