Al principio, los síntomas no son extraños, se parecen a los de la gripe: fiebre baja y dolores en los músculos y las articulaciones.
Pero en cuestión de días puede tornarse rápidamente en algo más exótico y alarmante: vómito con diarrea, seguido por sangrado en las encías, nariz y el tracto gastrointestinal.
La muerte llega ya sea por fallo de órganos vitales o presión arterial baja por extrema pérdida de fluidos.
Estas descripciones tan aterradoras han estado presentes en los medios de comunicación últimamente.
Sin embargo, en este caso no estoy hablando de ébola sino del síndrome de choque por dengue, una forma extrema de la fiebre del dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos que casi nunca está en las noticias.
El ébola es sin duda una dolencia verdaderamente horrible, pero hay muchas otras malas que matan a más gente.
Entonces, ¿por qué es que el ébola llega a los titulares y las otras no?
La clave
Quizás entonces tenga que ver con el hecho de que no hay una cura y que entre el 50% y 90% de la gente afectada inevitablemente morirá.
Posiblemente, pero tampoco hay una cura para la rabia y apenas una persona desarrolla los síntomas, es casi 100% seguro que morirá y que su muerte será lenta y dolorosa, a menos que hayan sido vacunados tras la exposición.
Y es ahí donde está la clave.
El hecho es que aunque el ébola lleva a una muerte dolorosa y aislada de los seres queridos, hay otras enfermedades horrendas que también merecen tanto nuestro respeto como temor; dolencias que, como el ébola, son temidas no sólo en África occidental y que regularmente matan a cientos de miles de personas en los países pobres.
Sin embargo, en los países ricos, gracias a la disponibilidad de medicinas modernas, muchas de esas enfermedades a menudo pueden ser tratadas o curadas. Es más, con las vacunas, raramente tienen que ser curadas.
Debido a esta bendición, sencillamente muchos se han olvidado de lo que es vivir bajo la amenaza de enfermedades tan contagiosas y mortales. Y se han olvidado de lo que significa temerles.
Por eso, cuando sucede un brote de estos, es natural que desde la comodidad de ese entorno relativamente libre de enfermedades, observen con horror y les cause terror la probabilidad de que algo como el ébola logre llegar a sus lares.