(SIN EMBARGO) - Miami se convirtió este fin de semana en una hipnótica discoteca al aire libre pletórica de trepidantes secuencias elaboradas por figuras como Armin Van Buuren, Axwell e Ingrosso, Carl Cox o Avicii, algunos de los nombres claves que se sumaron al Festival Ultra Music (UMF), la cita por excelencia de la música electrónica que hoy llegó a su fin.
Al cabo de tres días de catártico viaje, en el que millares de jóvenes se rindieron con los brazos en alto e infinidad de banderas al hedonismo que irrumpe en este tipo de festivales, el Ultra Music Festival puso punto y final hoy a su decimoséptima edición en esta ciudad del sur de Florida.
Los mejores representantes de subgéneros variados, entre ellos el dance más comercial, el trance, el dubstep o el minimal techno, pusieron a bailar a un público procedente de todo el mundo, que desde la primera hora de la tarde hasta la medianoche de cada jornada se entregó sin condiciones.
La apoteosis no solo se vivió dentro del espacio designado para esta fiesta mayor, el Bayfront Park, sino también en los alrededores del recinto en donde en improvisada pasarela riadas de jóvenes paseaban sus creativas indumentarias ‘rave’ a base de gafas de sol, diademas de flores, escuetos biquinis, tatuajes dorados de quita y pon, pelucas y un sinfín de complementos extravagantes.
Entre los asistentes se dejaron ver incluso cuidados disfraces de Jesucristo, monja o arzobispo, una divertida referencia al ánimo casi religioso con el que algunos amantes de la música electrónica escuchan y cantan sus temas favoritos, todos hermanados en una suerte de júbilo colectivo.
Esta cita musical, en la que como es habitual muchos de sus asistentes se pasearon muy escasos de ropa, congregó también a no pocos predicadores a la entrada del recinto con el fin de alertar a la multitud sobre el “vicio” al que se iban a entregar.
Un ruego ignorado por la multitud que a pesar de la lluvia que inauguró el festival el pasado viernes, y que obligó a la cancelación de las sesiones en cinco escenarios, no bajo sus energías en lo absoluto.
“¡Levantad los brazos!”, solicitó ese día el holandés Tiësto sin dejar de dar brincos, a la vez que se hacía un ‘selfi’ de espaldas a todos los acólitos del ‘trance’ que configuraban, con sus manos extendidas, ese paisaje humano que solo tienen el privilegio de ver desde sus cabinas los magos de los platos.
Las intensas vibraciones de los altavoces, incrustados en siete escenarios repartidos por el parque, las luces y pantallas intermitentes, y los colores en el aire producto de los fuegos artificiales fueron otro alimento sensorial del evento, que nació en 1999 en la aledaña urbe de Miami Beach.
“¡Quiero ver vuestras banderas! ¡Que se vea que hay gente de todo el mundo!”, animó el rapero GQ, socio del DJ de drum and bass Andy C. Obedientes al dictado de quien manda en el escenario, el público exhibió por medio de banderas el carácter internacional de este evento, que el año pasado atrajo a más de 165.000 personas.
La edición que hoy concluye certifica la consolidación del festival, acreedor seis veces consecutivas, entre 2005 y 2011, del galardón que concede el International Dance Music (IDMA), que premia al mejor acontecimiento de música de baile electrónica del año.