¿Sabías qué...? Actitudes que molestan a las mascotas

(PD BLOG|MONTEVIDEO.COM) Algunas actitudes muy arraigadas en el relacionamiento con los perros en realidad pueden ser molestas para ellos. El "mejor amigo" del hombre es sin dudas tolerante con los juegos y ciertas demostraciones de "afecto", pero es conveniente saber que se puede estar irritándolos o hasta haciéndoles daño.

Según informa MG Magazine, hacerles mimos tocándolos y apretándolos en sus mofletes bloquea su movilidad e interfiere con sus sentidos principales. Además, al tocar sus bigotes, los perros se ponen muy nerviosos. Tampoco es recomendable tocarles las plantas de las patas, porque puede resultarles irritantes. Esas almohadillas son muy sensibles, lo mismo que las orejas y la nariz. Soplarles en esas zonas puede ser muy incómodo para los canes.

Otra actitud poco recomendable es caminar hacia el perro para llamar su atención. "Cuando sólo lo llamamos y esperamos a que venga, el perro muestra una mayor disposición para atender a su propietario", destacó Miguel Ibáñez, director del Centro de Medicina del Comportamiento de la facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid.

Jugar con excesiva energía descontrola la energía del perro, que puede sobreexcitarse con facilidad. Tal como destacó Ibáñez a la revista española, cuando el animal luce nervioso o pone su pata encima del amo es momento de detenerlo.

Bromear con la comida tampoco es una buena idea. Mostrarles el plato lleno y alejarlo, o actitudes de este estilo, no son interpretadas como una broma y puede afectar la conducta del perro, que puede desarrollar una actitud posesiva y defensiva.

A pesar de que los perros son sumamente sociables y les encanta el contacto con humanos, también necesitan su descanso. Según Ibáñez, "despertarlos para jugar supone sacarlos de su zona de confort, y pueden gruñir y responder mal, como haríamos nosotros".

Finalmente, tironear de la correa cuando los sacamos a pasear puede afectar las vértebras y ligamentos del animal. Tomás Camps, veterinario y etólogo del hospital clínico veterinario de la Universitat Autónoma de Barcelona, recomienda no usar collares de ahorque.

Si el perro tiene problemas de conducta es preferible usar un collar de cabeza, que imita la corrección que haría la madre con sus crías: una ligera presión en el hocico, que no le impide mover la boca y tampoco daña sus cervicales.

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