
‘La Bestia’ (‘La Bestia de Hierro’, ‘El Tren de la Muerte’, ‘El Caballo de Troya’ o ‘El Tren Asesino’ son otros de los nombres de este convoy de carga) pertenece al consorcio estadounidense de ferrocarriles Genesee & Wyoming Inc. que opera a través de su filial Compañía de Ferrocarriles Chiapas-Mayab, con base en la ciudad de Mérida (Yucatán), resultado de la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México, en septiembre de 1999.
La Compañía Chiapas-Mayab es una de las nueve empresas que manejan la red ferroviaria mexicana, a través de la cual se mueve el 15% de la carga nacional. Cuenta con oficinas corporativas en México, una en Mérida, Yucatán, y otra comercial en la zona de Polanco del Distrito Federal. Entre sus principales clientes se encuentran Pemex y Cemex.
Transporta materias primas como aceites, grasas vegetales, arena, ácidos, carbón, celulosa, cemento, cuarzo, fierro, madera, fertilizantes, materiales de ensamble de vehículos y vehículos ensamblados, granos, arroz, trigo, frijol, soya, sorgo, semillas, sal, azúcar, conservas de alimentos vegetales y materiales flamables y de alto riesgo como gas, amoniaco, ácido sulfúrico y combustible.
Los indocumentados con su morral al hombro, se disponen a ambos lados de las vías a esperar el momento exacto de lanzarse sobre el carguero. Y en cuanto éste aparece, se lanzan a la carrera dispuestos a no dejar escapar el tren. Trepar al techo sólo es el comienzo de esta odisea. Y una vez que consiguen asirse, deben evitar quedarse dormidos y caer a las vías. Pero aún así no están a salvo hasta que consiguen llegar a su destino. E incluso al término del trayecto tampoco pueden cantar victoria.
“Este tren sega vidas, corta pies o manos. Los cuerpos muchas veces ni se recogen. A bordo hay atracos, violaciones, secuestros. No sólo en él sino en los alrededores de su paso”, explica Isabel Muñoz, cuya obra se caracteriza por hallar belleza en medio de las realidades más duras.