Ya han transcurrido diez largos años desde la primera vez que tuve la dicha de ver Harry Potter y la Piedra Filosofal, lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer era el día que se estrenaba la nueva película que tenia al mundo de cabeza, si la del niño mago con problemas de la vista que usaba unas horrendas gafas redondas, en ese entonces era una pequeña de 7 años que amaba la fantasía y la magia.
Desde ese día, mi amor por lo que los adultos decían que no existía, aumentó, y través de los años con cada película, cada libro, cada aventura que Harry vivía, iba creciendo y esas creencias iban aumentando.
Harry Potter es más que solo un libro, más que solo un fenómeno que caracteriza una generación, una era. Harry Potter es mi amigo, nuestro amigo, el de todos los fans del mundo que se han desvelado leyendo los libros o han hecho largas filas interminables para ver una película. Puesto que, hemos crecido con el, lloramos y reímos cuando Harry lo hizo, nos refugiamos en sus libros y películas buscando la magia, y aprendido que la verdadera yace en el poder del amor que es más fuerte que cualquier oscuridad y que es capaz de derrotar el peor de los males.
Mañana cuando las luces del cine se enciendan anunciando el fin de una generación, recordare que eso no marcará el final porque de una forma u otra el chico que vivió se mantendrá para siempre en nuestra memoria recordándonos que para alcanzar las mas altas metas hay que luchar con todas nuestras fuerzas sin rendirnos en ningún momento.
Que viva Harry Potter y que el día de mañana sea una página más de este libro que nunca va a culminar.
María Gabriela Chacín.
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