(GOOGLE - PD BLOG) - Si algo ha caracterizado al
cine italiano es su particular manera de contar historias donde el romance y la
tragicomedia sean los principales protagonistas llegando a ser considerado como
uno de los mejores exponentes en este campo por parte de todos los cineastas y
cinéfilos del mundo. Los inicios del cine en Italia se remontan a finales del
siglo XIX, poco tiempo después de que los hermanos Lumière inventaran la
proyección sucesiva de imágenes, es decir, el cine. Es importante recalcar que
Nicolas y Louis Lumière patentaron la posibilidad de fotografiar imágenes en
movimiento luego de experimentar con un kinetoscopio y para 1895 ya habían
creado un aparato que servía como cámara y como proyector: el cinematógrafo;
habían inventado una nueva forma de hacer arte. El cine comenzó su historia a
modo de documental, como testigo objetivo de la vida cotidiana.
En 1896, un año después de
la invención del cinematógrafo, llegó el cine a Italia de la mano del turinés
Vittorio Calcina, quien realizó un cortometraje estilo documental llamado “Humberto
y Margarita de Saboya de paseo en el parque” (Umberto e Margherita di Savoia a passeggio per il parco) que mostraba
al rey Humberto I de Italia y a su esposa Margarita Teresa de Saboya paseando
por el Parque de Monza. Ese mismo año, el mismo Calcina filmó por algunos
segundos al papa León XIII mientras bendecía la cámara fotográfica.
Cámara cinematográfica de los hermanos Lumière |
De esa manera inició esta
nueva manera de crear arte en Italia, una expresión audiovisual que empezó a
mover masas de todos los rincones del país con un solo objetivo en específico:
entretener. Lo curioso del caso es que estas primeras películas no se
visualizaban en un cine como tal ya que no existían por lo tanto estas
producciones cinematográficas eran exhibidas tanto en teatros como en ferias, cafés
y escuelas, hasta que, en 1905, empezaron a crearse los primeros cines.
La primera cinta de ficción
fue realizada por Filoteo Alberini en 1905 y se llamó “La toma de Roma” (La presa di Roma).
A partir del estreno de “La
toma de Roma” se decidieron crear centros de producciones cinematográficas
(estudios) para poder financiar, apoyar y realizar más películas de ficción
anualmente ya que era un negocio bastante lucrativo y rentable en aquella época
pues mucha gente asistía a las presentaciones.
Para 1906 Roma contaba con
23 salas de cine, Nápoles con 21, Turín con 9 y Milán con 7. Sin embargo, las principales
productoras (Ambrosio e Italia Film) tenían su sede en Turín y
lo demostró en 1907 ya que financió y realizó 107 filmes ese año. También ese
mismo año, Filoteo Alberini fundó en Roma el tercer estudio cinematográfico del
país llamado Cinès, que realizó 40
cintas durante 1906.
Pasaron los años y el cine
italiano fue creciendo llegando a ser admirado no sólo por los cinéfilos de ese
país sino también por parte de los fanáticos de este campo en gran parte del
planeta. Cabe destacar que uno de los géneros que alcanzó mayor importancia en
el cine italiano fue el cine de aventuras ambientado en la época clásica,
caracterizado por sus elaborados escenarios y sus escenas de masas,
generalmente adaptado de famosas obras literarias. El romance y la comedia eran
pasados por alto.
Todas estas películas
pertenecían al cine mudo en su máxima expresión y no fue hasta 1930 cuando
empezaron a realizarse las primeras películas sonoras en Italia. En ese
entonces, la principal productora cinematográfica del país era La Sociedad Anónima Stefano Pittaluga.
Fue considerada la más importante debido a que tenía el completo control de
este negocio en Italia, llegando al punto de impedir que Hollywood proyectara
sus filmes en su territorio.
Sin embargo, este control
obsesivo no duró mucho pues el dueño es este estudio, Stefano Pittaluga
falleció en 1932, su lugar lo ocupó Emilio Cecchi y le dio la oportunidad a
Hollywood para que proyectara sus filmes sin ningún problema. Incluso, Cecchi aplicaría
la metodología de las grandes compañías de Hollywood en la producción italiana
más adelante; algo que ayudo mucho al progreso del cine italiano en cuanto a
calidad y tecnología se refiere.
No paso mucho tiempo para
que alguien estuviera en contra de Emilio Cecchi y para 1934 el fascismo creó
otro estudio llamado La Dirección General
de Cinematografía con Luigi Freddi como presidente. No obstante, la
creación de esta nueva productora fascista no fue tan malo pues promovió e
impulsó al cine italiano en el extranjero destacando la realización de las tres
grandes películas que dieron fama mundial al cine italiano: "El gran
atractivo” (Il grande appello) de Mario
Camerini, "Centinelas de Bronce” (Sentinelle
di bronzo) de Romolo Marcellini y "De una misma sangre" (Luciano Serra, pilota) de Goffredo Alessandrini. A continuación sus pósters oficiales:
Con la llegada de excelentes
y exitosos filmes también dijeron presente nuevas y grandes estrellas del cine
que se destacaron en la actuación como lo fueron Gino Cervi, Fosco Giachetti, Doris
Duranti, Assia Noris, Luisa Ferida, Vittorio De Sica, entre otros. Justo antes
de la Segunda Guerra Mundial y con las tensiones a punto de romperse, Mussolini
decidió dar el último “empujón” al cine nacional con la inauguración de un
complejo cinematográfico con estructuras similares a las americanas llamado Cinecittá en Roma.
Cinecittá
en Roma produjo un auge bastante significativo de producciones
cinematográficas y fue bastante exitoso en cuanto a distraer a los italianos de
la preguerra se refiere.
La Segunda Guerra Mundial
trajo consigo el cine neorrealista, el cual se caracteriza por desarrollar
tramas ambientadas principalmente entre los pobres y la clase trabajadora, con
largas secuencias al aire libre, y con frecuencia utilizaba actores no
profesionales para personajes secundarios e incluso a veces para los
principales. En otras palabras, era la representación de la vida cotidiana, era
el inicio del romance (con un toque de drama) y de la tragicomedia.
Principalmente este nuevo
movimiento cultural surgió porque durante la guerra no se conseguían el
financiamiento necesario para realizar complejas cintas de ficción por lo que
era mucho más fácil y económico filmar películas realistas. Un claro ejemplo es
que las cintas se rodaban a menudo al aire libre, utilizando como escenario de
fondo la propia devastación de la guerra.
Las cintas más famosas del
neorrealismo italiano son: “El limpiabotas” (Il Lustro) de Vittorio de Sica, “Camarada” (Paisà) de Roberto Rossellini, “La tierra tiembla” (La terra trema) de Luchino Visconti,
“Ladrón de bicicletas” (Ladri di
biciclette) de Vittorio de Sica, “Arroz amargo” (Riso amaro) de Giuseppe De Santis y “Bellísima” (Bellissima) de Luchino Visconti. A continuación algunos de sus pósters oficiales:
Cada una de estas producciones
cinematográficas neorrealistas tenían como objetivo plasmar la realidad tal
cual era. Se trataba de un cine con orientación social capaz de representar la
terrible depresión tras la guerra, un cine casi de desesperanza con un claro
contenido social.
Antes del inicio de la
guerra ya el cine italiano era admirado y respetado en todo el mundo y debido a
que no se detuvo la realización de películas durante esas confrontaciones
políticas al final de esa beligerancia todo cinéfilo no se perdía una película
italiana gracias a la calidad con la que estaban realizadas. Como si,
irónicamente, la guerra le haya traído algo positivo al cine de ese país.
Entre las películas más
exitosas y consigo los cineastas italianos más admirados de la postguerra se
encuentran:
La strada de Federico Fellini (ganadora del Óscar en 1957 a la Mejor Película Extranjera) |
La dolce vita de Federico Fellini (ganadora del Óscar en 1962 al Mejor Vestuario) |
Il vangelo secondo Matteo de Pier Paolo Pasolini (nominada a tres Premios de la Academia) |
The Last Emperor de Bernardo Bertolucci (ganadora de 9 Oscars destacando el de Mejor Director) |
Nuovo Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore (ganadora del Óscar en 1990 a la Mejor Película Extranjera) |
La vita è bella de Roberto Benigni (ganadora de 3 Premios de la Academia en 1999 destacando el obtenido en la categoría Mejor Película Extranjera) |
Un claro ejemplo del
arte audiovisual en su máxima expresión unido a una singular manera de expresar
ideas en donde el amor y la aventura forman fantásticas historias realistas
que no se cansan de atraer masas, ese es el cine italiano; aquél que enseño y
demostró que sin importar los problemas políticos que puede estar presentando
un determinado país, siempre se podrá recurrir a uno de los campos de
entretenimiento más respetados del planeta: el cine.