Cristina Kirchner lleva un mes sin aparecer en actos públicos

(ABC) - Argentina está de vacaciones y su presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, pareciera que también. El silencio y ausencia de un mes de la mujer más poderosa del país, ha disparado todo tipo de hipótesis sobre su futuro y provocado una caída de diez puntos en su popularidad.

Las intervenciones diarias de la viuda de Néstor Kirchner han quedado reducidas a la nada en las últimas cuatro semanas. Las interrupciones de programación de las emisiones de televisión por «cadena nacional», para que ella tomara la palabra, se remontan a las vísperas de su intervención quirúrgica en la cabeza en octubre.

El reposo posterior de un mes se zanjó —sin contar el vídeo con el perrito Hugo— con un par de apariciones públicas en la Casa Rosada antes de las fiestas navideñas. La última fue el 17 de diciembre, para renovar la cúpula de las Fuerzas Armadas. Después no hubo un solo mensaje, ni siquiera para felicitar la despedida del año y la pronta llegada de un curso legislativo que promete ser cualquier cosa menos tranquilo y sosegado.

El silencio de la presidenta comienza a hacer ruido en las expectativas de Argentina. La ausencia de una palabra, incluso durante los coletazos de los saqueos de diciembre o en los cortes sistemáticos de luz en pleno y caluroso verano austral (la sensación térmica superó esta semana los cuarenta grados) han encendido las luces de alarma en el oficialismo, que no encuentra en su principal referente la voz de mando que la hizo célebre.


Rumores en la calle

«El rumor ha ganado la calle. Eso es un lujo que ningún Gobierno se puede permitir», asegura Orlando DŽAdamo, subdirector del Centro de opinión Pública de la Universidad de Belgrano. «El silencio —continúa— es preocupante». En la misma línea se manifestaba este domingo Federico Sturzenegger, diputado nacional de Propuesta Repúblicana (Pro), formación que responde a Mauricio Macri, el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires que aspira a suceder a Cristina Fernández de Kirchner en 2015; fecha de las elecciones a las que la actual mandataria no puede presentarse por impedimentos constitucionales.

El mutismo de la presidenta se identifica en algunos sectores como un creciente vacío de poder. Bien por hartazgo o por prescripción médica. El estado de salud, tanto del difunto ex presidente Néstor Kirchner cuando estaba en el poder, como de su sucesora y viuda en la Casa Rosada, se trata con un hermetismo únicamente roto —de forma parcial— cuando el quirófano resultaba inevitable. El modus operandi no se ha modificado esto días.

El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, intenta cubrir el «hueco» con declaraciones cotidianas y, algo excepcional en un Ejecutivo con alergia a la prensa, aceptó una entrevista en el periódico (ultrakirchnerista) «Página 12». Consciente del revuelo y la ola de rumores disparadas por el silencio de Cristina Fernández, Capitanich salió en su defensa. «La presidenta toma decisiones de forma sistemática y diaria. Tanto estratégicas como operativas y está en contacto con cada uno de sus ministros, a quienes instruye órdenes y promueve las acciones correspondientes. Es una persona que está gobernando con plena y absoluta dedicación».


Los problemas crecen

La aclaración no logró despejar la enorme preocupación que persiste en Argentina frente a unos problemas que, lejos de resolverse, se acrecientan. Tres ejemplos ilustran la situación: La inflación de 2013 superó el 28 por ciento, el mercado paralelo de divisas disparó el dólar hasta los 12 pesos y la caída de las reservas del codiciado «billete verde» en el Banco Central no alcanza los 30.000 millones de dólares, cuando hace apenas dos años rozaba los 53.000 millones de dólares.

En su columna dominical en «La Nación», Fernando Laborda observa: «Casi nadie habla públicamente de una hipotética crisis institucional, derivada de una renuncia de la Presidencia pero todos, a su manera, parecen estar preparándose para una eventualidad como esa».
Fernando «Chino» Navarro, diputado del oficialista Frente para la Victoria, descartaba especulaciones y habladurías sobre el futuro de la presidenta en el mismo diario. «Si habla porque habla y si no habla porque no habla», la defendió.

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