Su rostro perfecto fué conocido a lo largo y ancho del país, trabajó para marcas como Avon, y Toyota, fue convocada para un reality show llamado “Tropika Island of Treasure” donde varios famosos competían por un cuantioso premio en efectivo, y cuya publicidad salió al aire dos días antes de su muerte, justamente con ella en primer plano, el mensaje dado por Steenkamp en aquella oportunidad sonaba casi a presagio: “Me voy a casa con una especie de dulce gusto en mi boca. No tengo ningún tipo de lamento. No tengo amargura alguna. Voy a extrañarlos a todos, y los quiero mucho.” En su perfil de Twitter, Reeva se describía a si misma como una “hija de Dios”.
Steenkamp era la combinación soñada por todo hombre de belleza e inteligencia, incluso mucho antes de ser conocida como la novia de, Reeva brillaba con luz propia. Sus amigos, ex empleadores e incluso la agencia que la representaba como modelo, la describen como “un ángel en la tierra, amable, generosa y de muy buen corazón.”
Reeva y Oscar comenzaron su relación en Noviembre de 2012. Ambos mantenían una relación de complicidad y amor, y asi se veía a través de las opiniones de sus conocidos y familiares, al igual que a través de las fotografías que de ambos existían. Sobre todo se hablaba de una relación de apoyo y aliento mutuo, algo que Pistorius no había logrado con sus anteriores relaciones. En una ocasión Reeva publicó en su cuenta de Twitter una foto de Oscar diciendo: “Ciertamente él no necesita más seguidores, pero es hermoso de ver, y también dice algunas cosas muy inteligentes.” Sin embargo algo sucedió la madrugada del 13 de Febrero de 2013, qué concretamente, es lo que se busca develar en el juicio que se le sigue al velocista en Pretoria desde el 3 de Marzo. Sólo se sabe que la modelo estaba muy entusiasmada con la celebración del primer día de San Valentín de la pareja, tanto asi que una sutil pregunta a sus seguidores publicada horas antes de su muerte en su cuenta de Twitter parecía explicarlo todo: “Qué tienes bajo la manga para tu amor mañana?”
Foto: theguardian.com
