"Arrancaremos de raíz a Twitter y ese tipo de cosas. Y no me interesa lo que tenga que decir la comunidad internacional al respecto", manifestó mandatario el jueves por la noche ante miles de seguidores.
Sin embargo, horas después de la prohibición, ésta pudo ser sorteada, renovando el interés en la red social y poniendo bajo el foco mundial las credenciales del controvertido primer ministro turco. Twitter explicó a sus usuarios en Turquía cómo escribir tuits a través de SMS para sortear el bloqueo.
El hashtag #TwitterisblockedinTurkey ('Twitter está prohibido en Turquía') se convirtió en trending topic en unos diez países europeos, incluyendo Alemania y también Turquía.
La Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) criticó duramente el corte del servicio, al que describió como un paso más en la censura de la libertad de opinión. La encargada de la OSCE para la libertad de los medios, Dunja Mijatovic, afirmó: "El Gobierno debería proteger y fomentar un discurso pluralista, en vez de ahogarlo".
Erdogan y su círculo de dirigentes estuvieron bajo una presión política cada vez mayor en los últimos meses. La corrupción, el amiguismo, el abuso de poder... sus opositores distribuyeron cada vez más acusaciones en internet, muchas veces apoyadas por fragmentos de conversaciones telefónicas captadas ilegalmente. Y también lo hicieron a través de Twitter.
En las últimas semanas, Erdogan apenas brindó un discurso en el que no mencionara conspiraciones con la participación de fuerzas extranjeras o anunciara a sus opositores un pronto ajuste de cuentas.
El alguna vez reformista se convirtió en un hombre que siembra resentimientos en los miembros no religiosos de la sociedad.