(PD BLOG) - La pornografía infantil sin
duda alguna ha causado un revuelo constante entre las personas principalmente
por el hecho de ser una de las descarriadas formas a través de las cuales se violan
los derechos de los niños, niñas y adolescentes. En otras palabras podría
decirse que los menores de edad son vulnerados a través de contenidos
inescrupulosos, con fotografías, videos, entre otros materiales, que afectan la
integridad del pequeño. La persona que promueva, de cualquiera de las maneras
posibles, dicha aberración es perseguida para luego ser enjuiciada, a pesar del
hecho de que presente problemas psicológicos de gravedad.
El mundo en general es
testigo del fenómeno comunicacional más trascendental en los últimos tiempos,
pero consigo se han venido presentado ciertos efectos secundarios, por así
decirlo, que han llevado a más de uno a cuestionarse si de verdad vale la pena
o no brindarle una total confianza a la web.
El empleo de recursos
técnicos tan sencillos como la cámara de video de un teléfono móvil promueve actitudes
que pueden llegar a ser brutalmente posesivas y agresivas en algunos de los
casos, por cuanto desde el mismo momento que un video es colgado en la red,
este puede llegar fácilmente a cualquier parte del mundo o ser usado con fines económicos.
El mercado de la pornografía
infantil inicia desde aquel momento en donde la web que conocemos es tan solo
un 4% de todo lo que existe en internet, siendo el 96% restante información
secreta, privada y en su gran mayoría prohibida, lo que ha promovido la
evolución constante de un sinfín de información absurda, obscena y que no
debería existir.
"El auge de la
pornografía infantil es asociado con diversos aspectos, entre ellos, el social
y el económico, los cuales se han considerado como los más influyentes”, refirió
la bachiller Ivon Alves en un trabajo realizado al respecto para la Universidad
de Carabobo en Venezuela, en el año 2000.
La desintegración familiar
también es considerada un factor determinante debido a que la falta de la figura
paterna o materna, con la presencia de problemas psicológicos consigo,
promueven la explotación sexual. Otro hecho es la existencia de redes, la gran
mayoría digital, convertidas en industrias de explotación sexual, que funcionan
dentro de empresas legales que se encargan de reclutar adolescentes ofreciendo
fabulosas e inmediatas mejoras económicas, o simplemente alojamiento, comida o
algún préstamo para cubrir gastos de estudios.
Grupos organizados fomentan
la pornografía en niños, niñas y adolescentes que presenten los anteriores
factores porque conocen que ellos son candidatos a participar gracias a la
vulnerabilidad e inocencia que poseen. En otras palabras, las victimas no
reciben ningún tipo de ganancia monetaria porque son personas que no tienen la
capacidad y madurez necesaria para determinar que es correcto o no.
“La pobreza no puede ser
esgrimida como excusa para la explotación sexual comercial, ni mucho menos la pornografía,
aunque de hecho esto contribuya a la generación de un entorno que puede
conducir a tal explotación”, concluía Ivon Alves en su trabajo.
La película ‘Trust’ (2010)
protagonizada por Clive Owen y Catherine Keener expone a viva voz todo este
problema, pasando por cómo se inicia, evoluciona y aborda la temática de la
pornografía infantil. Este filme deja un mensaje fuerte que saca a relucir la
verdadera realidad tras el internet.
Artículo con información de Nuevo Tiempo, Internautas 21, Tiempo Universitario e Instituto Interamericano del Niño, Niña y Adolescente (OEA)