(MINUTO UNO) - "Nuestra capital unida nunca más será dividida. Preservaremos una Jerusalén unificada y construiremos en Jerusalén, en toda Jerusalén", dijo el premier en un acto celebrado al caer la noche en la plaza Isaac Rabin de Tel Aviv y ante unos 15.000 seguidores de la derecha más nacionalista.
El discurso fue pronunciado a menos de dos días de unas elecciones (hoy martes) consideradas un referéndum sobre los seis años de Netanyahu en el poder, el acto en Tel Aviv fue convocado mismo en lo que se interpretó unánimemente como un desesperado intento del premier saliente de acortar la ventaja en las encuestas de la coalición de centro Campo Sionista.
Los números no descartan del todo que Netanyahu pueda igual formar gobierno, pero su segundo puesto en las encuestas ha potenciado tanto la incertidumbre sobre el resultado de los comicios como el nerviosismo en su partido Likud, una fuerza acostumbrada a la victoria y contraria a las concesiones a los palestinos.
Luego de una maratón de entrevistas en los últimos días, el acto en Tel Aviv cerró una campaña en la que Netanyahu se presentó como el único capaz de defender a Israel de una eventual amenaza nuclear de Irán y en la que alertó que un triunfo de los laboristas y liberales de Campo Sionista pondrá en riesgo la seguridad del país.
"Esta es una prueba trascendental. El tamaño de la brecha entre los grandes partidos podría definir este asunto. Debemos acortar esa brecha, es posible acortarla", dijo Netanyahu ante la ovación de sus seguidores, que desplegaron decenas de pancartas azules y blancas en apoyo a los diversos partidos de la derecha israelí.
El dirigente del Likud, quien se presentó como "el primer ministro del pueblo entero", de los que lo apoyan y los que no, dijo que un triunfo de los líderes de Campo Sionista, el laborista Issac "Buzi" Herzog y la ex derechista y ahora centrista Tzipi Livni representa "un peligro real para el país".
El tres veces jefe de gobierno, que en los últimos días denunció una "conspiración mundial" para promover su derrota, se quejó en el acto de lo que definió como una "financiación desde el extranjero" de una organización llamada V15 y relacionada con un ex asesor de campaña del presidente estadounidense, Barack Obama.
La relación entre Netanyahu y el mandatario de Estados Unidos -el principal aliado mundial de Israel- nunca fue buena, pero tocó fondo el 3 de marzo pasado cuando el líder israelí dio un discurso en el Congreso en Washington en contra de las negociaciones que Obama lleva adelante con Irán por su polémico programa nuclear.
La Casa Blanca y del Departamento de Estado criticaron duramente el discurso, y Obama se negó a recibir a Netanyahu durante su estadía en la capital norteamericana.
El acto en Tel Aviv llegó ocho día después de que unas 35.000 personas partidarias de fuerzas políticas de centro y centroizquierda se manifestaron en la misma plaza para protestar contra las políticas del primer ministro.
Las elecciones del próximo martes serán las segundas en Israel en dos años y debieron ser convocadas cuando Netanyahu cesó a Livni como ministra de Justicia y echó a su hasta entonces ministro de Finanzas y hoy candidato de centroderecha Yair Lapid, quien ha manifestado su intención de aliarse a Campo Sionista.
Ningún partido israelí logró jamás, por sí solo, las 61 bancas que se necesitan para controlar el Parlamento, de 120 escaños, el requisito para acceder al poder.
La fuerza que logra más votos es la primera a la que se encarga que intente formar gobierno, aliándose con partidos menores hasta llegar a los 61 asientos. Si no lo consigue, la segunda más votada hace su propia tentativa, y si ésta tampoco lo logra, se convocan nuevos comicios.
Las últimas encuestas dan entre 24 y 26 bancas a Campo Sionista y entre 20 y 22 al Likud.
Incluso si el Likud es superado, Netanyahu confía en que el apoyo de sus aliados naturales de partidos nacionalistas y religiosos le permitan lograr un cuarto mandato.
Una de las agrupaciones que podría inclinar la balanza es la centroderechista Kulanu, recientemente formada por Moshe Khalon, otro de sus ex ministros que rompió con su gobierno y hasta abandonó el Likud.
Hoy, antes del acto en Tel Aviv, Netanyahu le ofreció públicamente la cartera de Finanzas en caso de ganar, pero Khalon lo rechazó de inmediato.
En el acto, y volviendo a dirigirse a Khalon pese a su negativa, Netanyahu dijo que "alguien del campo nacionalista no recomienda un gobierno de izquierda", y volvió a exhortarlo a "sumarse al próximo gobierno como ministro de Finanzas".
En Israel, los conceptos "derecha" e "izquierda" no tienen el significado económico-social que poseen en Occidente, sino que se refieren a una postura contraria o favorable, respectivamente, a negociar con los palestinos el fin a la ocupación de Cisjordania y Jerusalén este y la creación de un Estado palestino en esas zonas.
También en busca de la fórmula que le permita lograr una mayoría parlamentaria, Herzog dijo hoy en una entrevista que estaba dispuesto a sumar a un ministro árabe israelí si llega al poder, aunque también admitió que no es probable que su oferta sea aceptada.
Por primera vez en la historia, los partidos árabes israelíes concurrirán a los comicios con una lista única a la que los sondeos otorgan 13 bancas, con lo que serían la tercera fuerza más votada.
También hoy, Herzog hizo una parada en el Mur de los Lamentos, uno de los sitios más sagrados del judaísmo, donde los creyentes de esa fe rezan y donde, como es costrumbre, insertó entre sus antiquísimas piedras un papelito con una plegaria.
Livni, por su parte, intentó mantener vivo el clima de rechazo y cuestionamiento al gobierno saliente para lograr una mayoría sólida el próximo martes en las urnas.
En una entrevista con el diario local Ynet, la influyente dirigente que intentó sin éxito hacer avanzar el diálogo con las autoridades palestinas desde adentro del gobierno de Netanyahu, volvió a reivindicar la masiva manifestación de la semana pasada contra el oficialismo en Tel Aviv.
"Nadie le cree a Netanyahu en el mundo y nosotros estamos pagando el precio", sentenció la ex ministra, que se alió con el laborismo en un intento por destronar al líder que ha dominado la política israelí durante una década.