Pese al pesimismo que algunos manifiestan, otros esperan una “pastoral para los homosexuales inclusiva”, sostiene Martin Pendergast, representante de la entidad en Inglaterra.
Unas doce organizaciones homosexuales católicas, de la red internacional Global network of rainbow catholics, se dieron cita en la capital italiana para debatir sobre el lugar para los homosexuales en la Iglesia, un tema que no sólo divide, sino que durante años fue silenciado y ocultado.
Representantes del movimiento en Estados Unidos, España, Alemania, Polonia, Zambia y Chile, contaron sus propios testimonios, en particular las dificultades que suelen encontrar por ser a la vez católicos y homosexuales.
Para muchos, la Iglesia quiere resolver el problema alejando a los gays de la institución, que según su doctrina y el catecismo considera la homosexualidad como “una inclinación objetivamente desordenada” que puede conducir a actos “contrarios a la ley natural”.
Interrogados sobre las decisiones que desean que los obispos de todo el mundo tomen sobre los cambios de la familia, muchos de ellos coinciden en que es clave dar instrumentos a las familias para que acepten a los hijos homosexuales.
Los obispos se echaron para atrás
“En 2014, nutríamos muchas esperanzas porque los documentos del sínodo se refería con palabras claras a la homosexualidad. El papa hablaba sin tabú de los homosexuales, un gesto revolucionario. Pero esa revolución se limitó a la semántica. No ha pasado nada desde entonces”, lamentó el portavoz de la red Global network of rainbow catholics, Andrea Rubera, un italiano de 50 años casado en Canadá con Dario, con quien tiene tres hijos.
La decepción de Rubera surge tras los debates de hace un año en el sínodo extraordinario convocado por el papa Francisco, quien a través de un cuestionario enviado a todas las diócesis abordó el asunto. “Los obispos se echaron para atrás sobre el tema, ha sido un baldazo de agua fría”, sostiene Rubera.
Muchos líderes gays, con uniones reconocidas en sus países (España, Francia, Canadá, entre otros), piden que los hijos no sufran discriminación en las escuelas y sobre todo en las parroquias. “Mis tres hijos fueron bautizados”, explicó Andrea, quien nota problemas de aceptación en la parroquia, donde sus hijos participan en diferentes actividades. “Cuando vamos todos juntos a la parroquia, nos miran como a unos extraterrestres”, dijo.
Unas 1.500 familias forman parte de Rainbow Italia.
Pese al pesimismo que algunos manifiestan, otros esperan una “pastoral para los homosexuales inclusiva”, sostiene Martin Pendergast, representante de la entidad en Inglaterra.