
(PD BLOG) - El año de 1887 queda en la historia de Venezuela gracias a lo que nos trajo, el cine, aquel contador de historias, aventuras, dramas y demás géneros que tienen como objetivo afectar positiva o negativamente los sentimientos de cada una de las personas que disfrutan de esta increíble técnica de proyectar fotogramas de forma rápida y sucesiva. El día cumbre fue el 28 de enero, cuando Luis Manuel Méndez compra en la ciudad de Nueva York el Vitascopio y se lo trae a Venezuela con el objetivo de que con este objeto se pudieran emitir sucesiones de imágenes sin intermitencias por primera vez en el país.
El punto de encuentro fue el Teatro Baralt de Maracaibo, convirtiendo a esta ciudad en el primer lugar de Venezuela donde se tendría la oportunidad de ver un cortometraje. “Célebre especialista sacando muelas en el Gran Hotel Europa” y “Muchachos bañándose en la laguna de Maracaibo”, dirigidas por Manuel Trujillo Durán, fueron las primeras cintas que se pudieron observar en el teatro y a la vez se convirtieron en las primeras películas realizadas en el país.
Gracias al empuje que lograron dar Méndez y Durán, ese mismo año se empieza a trabajar en algunos cortometrajes en la ciudad de Caracas y con el tiempo el cine comienza a ganar relevancia y popularidad en toda Venezuela. Cabe destacar que todos estos primeros cortometrajes que se realizaron eran mudos, no fue hasta 1931 cuando Efraín Gómez realiza y produce la primera película de música sincronizada llamada La Venus de Nácar.
Luego de esto empieza el auge del cine en Venezuela, principalmente se proyectan distintas películas de todo el mundo con gran audiencia a lo largo del país. Sin embargo todos estos estrenos eran cortos y largometrajes de otros países, Venezuela a pesar de que sí producía y realizaba películas, no pasaban de tres producciones anuales, debido a que no había en el país un lugar donde se pudiera aprender a realizar largometrajes, no había un estudio donde se pudieran filmar las distintas cintas que se querían realizar.
A finales de la década de los treinta, Rómulo Gallegos crea los Estudios Ávila en la ciudad de Caracas y a principios de los años 40, Guillermo Villegas Blanco constituye formalmente la empresa Bolívar Films, la cual hasta la fecha se encuentra en vigencia realizando, financiando y produciendo películas a lo largo de todo el país. Cuando finalmente se constituye Bolívar Films el cine venezolano empezó a tener relevancia, las personas empezaron a interesarse en este medio y se empezaron a realizar distintos corto y largometrajes por toda Venezuela.
En la década de los años 70, el cine venezolano alcanza un auge importante, cuando el Gobierno venezolano aprueba una política de créditos para estimular la producción cinematográfica publicándose las normas para la comercialización de películas venezolanas, y fue en esa década cuando pasaron de realizarse dos o tres películas anuales a realizarse cinco o más cada año.
Pasan los años y se realizan películas exitosas y taquilleras en todo el país como por ejemplo Cuando quiero llorar, no lloro de Mauricio Walerstein, El pez que fuma de Román Chalbaud, Cangrejo también de Román Chalbaud, Macu: la mujer del policía de Solveig Hoogesteijn, entre otras. Hasta que llego la década de los noventa y se decreta la Ley de Cinematografía Nacional, en la cual se establece la creación del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), ente que se encargaría de, además de financiar proyectos, incentivar a la juventud del país a ser cineastas a través de cursos, becas y demás ventajas de ofrecía este centro.
El punto clave y donde se observó el verdadero cambio en el cine del país fue en el 2003 cuando se estrena la primera cinta venezolana realizada en cine digital que es estrenada en salas comerciales llamada Yotama se va Volando, de Luis Armando Roche y el mexicano Rodolfo Espino. En ese momento, los distintos cineastas del país, se dieron cuenta que se podía llegar más lejos, gracias a esto y de esta manera los filmes realizados en el país empezaron a tener más relevancia para el público del exterior y eso se logro notar con las distintas nominaciones que estas producciones fueron cosechando con el tiempo.
Punto y Raya (2004) de Elia Schneider obtiene cuatro premiaciones en festivales internacionales, Postales de Leningrado (2007) de Mariana Rondón gana el máximo galardón del Festival de Biarritz, El Café de Lupe (2008) de Mariana Fuentes participa en más de 30 festivales a nivel nacional e internacional, Venezzia (2009) de Haik Gazarian obtiene 15 premios acumulados alrededor del mundo en festivales de cine convirtiéndose en la cinta más ganadora en la historia del cine venezolano.
En los últimos cinco años destaca el 2010 con la cinta Hermano de Marcel Rasquin ganadora en el Festival de Moscú como Mejor Película y estuvo en la lista de pre-nominados a los Oscars en la categoría de Mejor Película Extranjera. Un año después de esto, El chico que miente de Marité Ugás llama la atención del grupo de críticos del Festival de Berlín y se convierte en la primera cinta venezolana en participar en este prestigioso evento.
En cuanto a los largometrajes más taquilleros destaca el dirigido, producido y escrito por Benjamín Rausseo, Er Conde Jones, que en el año 2011 logró alcanzar la cifra de 14 millones 611 mil 412 bolívares fuertes, un total y rotundo record en la historia del país. La Hora Cero tampoco se queda muy atrás ya que en el año 2010 logro llegar a la suma de 12 millones 229 mil 172 bolívares fuertes, convirtiéndose en la segunda película más taquillera en la historia del país.
La compra de un objeto que empezaría a escribir la historia del cine en Venezuela en 1887 cambió en un día la forma de pensar de todos los venezolanos, un lugar que ganó el respeto de todos los marabinos, una serie de producciones mudas, un empuje con la emisión de sonidos, una empresa que influyo en todo esto, una ley que incentivo a los cineastas, un estreno en el 2003 que dio rumbo a una nueva manera de ver las cosas y una serie de largometrajes inspiradores dieron lugar a la historia tal cual como se conoce hoy en día.