(PD BLOG | WSJ)
Nelson Mandela, un protagonista de la historia del siglo XX, promovió la
resolución pacífica de los conflictos y luchó por la igualdad de derechos en su
país natal, Sudáfrica. Muchos años de su vida los vivió en prisión por combatir
las políticas de segregación impuestas por el régimen llamado Apartheid.
En todo el mundo, Mandela, quien salió de
prisiones del apartheid tras 28 años para acallar toda noción de venganza
racial, ya es una figura icónica, símbolo de nuestra mejor naturaleza, la
personificación del perdón y del antiracismo. Pero este legado, que es
enarbolado principalmente por extranjeros y sudafricanos blancos comprometidos
con sus ideales, no es el único.
El legado político perdurable de Mandela a su
pueblo y al resto de África es más matizado. Lo que fue crucial para las
probabilidades de Sudáfrica de un futuro funcional no fue tanto algo que haya
hecho en su breve presidencia, de 1994 a 1999, sino su decisión de abandonar el
poder. Fácilmente podía haberse quedado para un segundo mandato y luego haber
usado de ventrílocuo a algún sustituto complaciente.
Mandela, más que cualquier otra figura, estaba
bien posicionado para lanzar un culto de la personalidad. Su negativa a hacerlo
es probablemente el mayor legado para su patria. Encaminó a Sudáfrica en un
curso distinto al de la mayoría de las demás naciones africanas. Diecisiete
años después de su encarnación post apartheid, Sudáfrica ya tiene su cuarto
presidente. Esto ha reducido radicalmente el peligro de que un solo líder
domine el estado.
Por una vida de lucha en Sudáfrica, así como por
su larga trayectoria en pos de los Derechos Humanos, ya sea desde el espacio
político o desde la misma cárcel, es necesario recordar sus acciones y el
legado que deja a su paso para la humanidad misma el Premio Nobel de la Paz,
Nelson Mandela.
“Nelson Mandela es uno de los luchadores, por
mucho tiempo, en la batalla por los derechos de los negros en África,
específicamente en Sudáfrica, que tuvo un régimen de apartheid”, señala la
investigadora de la UdeG, Eunice Michel Díaz y explica que el apartheid es un
régimen en el cual se discrimina a las personas por su color, en este caso a la
raza negra, dando privilegios a la raza blanca y confinando a los primeros a
lugares distintos a los usados por la raza dominante, así como se les lleva al
menosprecio en los espacios públicos.