La dama de Europa se congeló en el infierno


El 29 de agosto de este año en curso se realizó el sorteo de grupos para la Champions League, la Vecchia Signora era sin dudas uno de los equipos favoritos para avanzar de ronda en un grupo ‘accesible’ según sus capacidades. Como era de suponer, solo debía disputar un duro encuentro ante Real Madrid, porque en comparación con Copenhague y Galatasaray eran superiores.

La historia cuatro meses después es distinta. La Juventus de Turín ha sido eliminada directamente por uno de esos dos más “fáciles”, el Galatasaray turco, pero en realidad perdió plaza desde hace más tiempo con sus empates ante estos mismos rivales, dejando el oficio y, realmente, el deber, para el último momento.
Pero ¿por qué a la Juve le costó tanto? Teniendo en consideración la posición que ocupan en el campeonato local, la plantilla, los rivales y las condiciones de juego. También la prioridad e importancia que tenía este torneo, volver a una contienda continental con las posibilidades y la ambición de tener la tercera Copa de Europa en las vitrinas, el título corona de Antonio Conte.

Uno de los grandes problemas que se divisan entre los Bianconeri desde largo rato es el toque final. Giovinco, Vucinic y Quagliarella eran los encargados de definir las acciones del equipo, varias veces sin mucha suerte y con bastante dificultad, a pesar de tener uno de los mediocampos más envidiados (Pirlo, Pogba, Marchisio, Asamoah, Vidal, Isla…), por tanto, la directiva del club vio en Carlos Tévez y Fernando Llorente las soluciones perfectas para remediar esto. Los dos brillaron desde su llegada, uno con más incandescencia que el otro, pero rindieron, aportaron y mejoraron la situación.

Excepto en el plano europeo, que parece divorciado de una actualidad liguera, donde definir cada jugada fue un dolor de cabeza, dejaron escapar miles de opciones de gol, incluso ante defensas precarias; originando la pérdida innecesaria de puntos.

Se mostró un equipo apático en la mayoría de los duelos, contagiados de ese desánimo de los primeros meses de competición, hablando especialmente de Serie A, donde los problemas defensivos y la decadencia de las figuras dejaron dudas sobre la continuidad del estilo y el imperio de Conte, a pesar de que los resultados llegaban, no tan brillantes, pero se lograba el cometido.

Todo eso cambió a finales de octubre, cuando la Roma se asentaba en el trono. Empezaron a ganar con bastante eficiencia en todas las líneas, los jugadores top resurgieron y se notaba su presencia en el juego turinés. Por nombrar solo dos, Tévez se volvió habitual de las redes y Buffon acumuló 640 minutos sin gol. El liderato se pintó de blanco y negro.

Esto se notó en los ‘chispazos’ que tuvieron ante el Real Madrid en Liga de Campeones, irónicamente el único rival con los cuales se les permitía tropezar, pero fue justamente ante ellos donde desplegaron la magia y dejaron buenos ánimos a los tifosi  más allá de los resultados (empate – derrota).

Continuó su trayecto ante Copenhague en el partido de vuelta, ganándoles 3-1 con grandes destellos colectivos. Pirlo, Asamoah, Pogba y el Rey Arturo Vidal se lucieron y dejaron la clasificación más tangible que nunca. Todos tranquilizaron, la Juventus daba para largo.

Se creía que comenzar con los más ‘débiles’ podría ser un plus, pero los empates con ellos hicieron la eliminatoria más difícil de lo que se pensaba y que incluso, pudo ser. Por tanto, a pesar de los esfuerzos, todo se definiría en 90 minutos en el infierno.

Un final épico divido en dos partes, separadas por horas, justo como debía ser. Manteniendo a todos expectantes, sintiendo cada disputa del balón y el dramatismo de jugarse la vida, pero el infierno se congeló y con él, las aspiraciones de la dama de Europa, que tras perder por la mínima ante el Galatasaray, ambiciona ahora con la Copa de la UEFA.


Bien reza una frase muy famosa y vívida dentro del mundo del deporte: “Al que no hace, le hacen”.

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