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No solo admiro la
hermosura que nos ofrece el deporte rey dentro de la cancha, sino mas bien,
fuera de ella, sus aportes y enseñanzas son algo, que al menos a mí, me han
hecho crecer. Si somos un poco cuidadosos y analíticos, después de cada
partido, el fútbol nos deja un mensaje, personalmente lo tomo como una lección.
Sé que muchos de ustedes no ven el fútbol como yo lo veo, así que a
continuación les daré como ejemplo, tres partidos que me dejaron una reflexión
en común y con estos explicaré cual es mi punto.
Final de la UEFA Champions
League 2005. Liverpool FC - AC Milán. Estadio Olímpico Atarturk.
Final de la UEFA Champions
League 2012. Bayern Munich - Chelsea FC. Allianz Arena
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Amistoso Internacional 2008.
Venezuela - Brasil. Foxboro, Estados Unidos.
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Los tres casos
tienen en común una característica muy propia de los clubes o selecciones
grandes y de renombre, la soberbia. No me vengan a decir que un club tan
importante de Europa como el AC Milán no se sintió superior al Liverpool al
final de esos primeros 45 minutos, de hecho lo fueron, futbolísticamente
hablando, el detalle estuvo cuando los jugadores de la escuadra italiana
dejaron que los dominara su soberbia y menospreciaron a su rival con
burlas, exceso de confianza y un irrespeto que solo cuando se está dentro de la
cancha puede sentirse. Esa falta de respeto, al ser percibida por los ingleses,
se convirtió en un sentimiento que en el deporte se usa muchas veces de
motivación extra, la venganza.
Adicional a la
grandeza y autosuficiencia que puede generar ser soberbio, en el segundo y
tercer partido expuestos en mi análisis, existen otros dos componentes que
completaron el cúmulo de acciones psicológicas que impulsaron al Chelsea y a la
selección venezolana de fútbol a ganar esos partidos. El primer factor son las
ganas de romper con la historia y con los supuestos, nadie fuese apostado ni un
centavo a que estos iban a salir ilesos de sus respectivos
enfrentamientos, no porque fuera imposible, sino porque el peso histórico los
proyectaba hacia otra derrota, era lo lógico.
El segundo es el más especial de
todos. La aparición en escena del jugador diferente, atrevido e irreverente,
que en estos casos fueron Didier Drogba y Ronald Vargas respectivamente,
aplican como una especie de motor fundamental para que un equipo pequeño tenga
éxito ante un grande, ubicando a los "Blues" dentro del grupo de los
pequeños bajo el contexto de lo anteriormente expuesto y respetando toda la
trayectoria que posee el equipo londinense.
Más que dejarles mi opinión acerca de la soberbia, la intención fue demostrarles cómo este antivalor ha afectado la historia de algunos clubes del mundo del fútbol y en consecuencia beneficiado a otros.
Más que dejarles mi opinión acerca de la soberbia, la intención fue demostrarles cómo este antivalor ha afectado la historia de algunos clubes del mundo del fútbol y en consecuencia beneficiado a otros.