El fútbol es un deporte
hermoso, no solo lo digo por los goles de media distancia, los regates de CR7,
Ronaldinho, Messi, Iniesta, etc, o por la facilidad que posee esta disciplina
para hacer que durante 90 minutos o mas se nos olviden crisis, decepciones y
hasta obligaciones, estableciendo un solo problema sobre la faz de la tierra y
es que nuestro equipo se lleve la victoria.
No solo admiro la
hermosura que nos ofrece el deporte rey dentro de la cancha, sino mas bien,
fuera de ella, sus aportes y enseñanzas son algo, que al menos a mí, me han
hecho crecer. Si somos un poco cuidadosos y analíticos, después de cada
partido, el fútbol nos deja un mensaje, personalmente lo tomo como una lección.
Sé que muchos de ustedes no ven el fútbol como yo lo veo, así que a
continuación les daré como ejemplo, tres partidos que me dejaron una reflexión
en común y con estos explicaré cual es mi punto.
Final de la UEFA Champions
League 2005. Liverpool FC - AC Milán. Estadio Olímpico Atarturk.
Final de la UEFA Champions
League 2012. Bayern Munich - Chelsea FC. Allianz Arena
El Bayern Munich había tenido una copa
envidiable, le había pasado por encima a cualquier rival, dejando en el camino
al Basel FC, al Olympique de Marsella y al Real Madrid sucesivamente. Además
afrontaban la final en su patio, con su plantilla completa y la moral por las
nubes, todo lo contrario del Chelsea, los ingleses habían cambiado de técnico
debido al bajo rendimiento en la Premier League, dejando a Roberto Di Mateo al
mando y por si fuera poco no estarían sus dos mediocampistas estrellas, los
brasileños Oscar y Ramírez, uno por lesión y el otro por sanción. Con todo en
contra los futbolistas del Chelsea, en especial Didier Drogba, jugaron el mejor
partido de su vida, que aunque desde el pitazo inicial estuvo en dominio
alemán, al final de todo los "Blues" se llevarían la victoria en una
tanda de penales de infarto, tras empatar a uno después de jugarse los 120
minutos del reglamentario mas los dos tiempos extras.
Amistoso Internacional 2008.
Venezuela - Brasil. Foxboro, Estados Unidos.
Esta sin duda es mi lección
favorita. Brasil llegaba a los Estados Unidos con un favoritismo mas que
marcado y merecido, la pentacampeona del mundo iba a enfrentarse contra una
selección que nunca había trascendido en nada, no había ido a un Mundial, jamás
había pasado de cuartos de final en una Copa América y lo más importante, jamás
había podido derrotar a la canarinha. Sin importar que en cancha habían
hombres como Alexander Pato, Dani Alves, Robinho, Luisao y Luis Fabiano, el caraqueño Ronald Vargas hizo el partido que determinaría el futuro de su
carrera. Una asistencia a Giancarlo Maldonado apenas al minutos 6' y después un
gol al 44' acompañado de una gambeta que dejaría plantado y sin cintura al
defensa central Luisao, acabarían con el yugo que ejercían los amazónicos sobre
nosotros.
Los tres casos
tienen en común una característica muy propia de los clubes o selecciones
grandes y de renombre, la soberbia. No me vengan a decir que un club tan
importante de Europa como el AC Milán no se sintió superior al Liverpool al
final de esos primeros 45 minutos, de hecho lo fueron, futbolísticamente
hablando, el detalle estuvo cuando los jugadores de la escuadra italiana
dejaron que los dominara su soberbia y menospreciaron a su rival con
burlas, exceso de confianza y un irrespeto que solo cuando se está dentro de la
cancha puede sentirse. Esa falta de respeto, al ser percibida por los ingleses,
se convirtió en un sentimiento que en el deporte se usa muchas veces de
motivación extra, la venganza.
Adicional a la
grandeza y autosuficiencia que puede generar ser soberbio, en el segundo y
tercer partido expuestos en mi análisis, existen otros dos componentes que
completaron el cúmulo de acciones psicológicas que impulsaron al Chelsea y a la
selección venezolana de fútbol a ganar esos partidos. El primer factor son las
ganas de romper con la historia y con los supuestos, nadie fuese apostado ni un
centavo a que estos iban a salir ilesos de sus respectivos
enfrentamientos, no porque fuera imposible, sino porque el peso histórico los
proyectaba hacia otra derrota, era lo lógico.
El segundo es el más especial de
todos. La aparición en escena del jugador diferente, atrevido e irreverente,
que en estos casos fueron Didier Drogba y Ronald Vargas respectivamente,
aplican como una especie de motor fundamental para que un equipo pequeño tenga
éxito ante un grande, ubicando a los "Blues" dentro del grupo de los
pequeños bajo el contexto de lo anteriormente expuesto y respetando toda la
trayectoria que posee el equipo londinense.
Más que dejarles mi opinión acerca de la soberbia, la intención fue demostrarles cómo este antivalor ha afectado la historia de algunos clubes del mundo del fútbol y en consecuencia beneficiado a otros.
Más que dejarles mi opinión acerca de la soberbia, la intención fue demostrarles cómo este antivalor ha afectado la historia de algunos clubes del mundo del fútbol y en consecuencia beneficiado a otros.
