(PD BLOG) - Antes que nada debo reconocer lo difícil que ha sido armarme de valor para escribir este artículo de opinión pues desde el primer momento en donde me enamoré por el cine empecé a encariñarme en cierta forma con los cineastas, actores y cualquier persona relaciona con este medio que hacen realidad historias imposibles de olvidar. Por consiguiente, el fallecimiento de esas personas, a pesar de que sé que es algo inevitable, siempre me afectará y no fue hasta el día de hoy, casi cuatro días después del accidente mortal de Paul Walker, en donde pude superar el asombro de una muerte tan inesperada, injusta e irónica. Como bien sabrán el incidente ocurrió en Valencia, California, Estados Unidos luego de que Walker saliera de un evento benéfico de su fundación Reach Out Worldwide.
Paul se encontraba en el asiento de copiloto mientras que su amigo Roger Rodas estaba al mando del volante. Las causas del por qué ocurrió este accidente automovilístico aún son inciertas pero todo indica que el exceso de velocidad fue un factor clave para que sucediera tan triste acontecimiento. La Policía de los Ángeles afirma que dicho exceso de velocidad fue producto de una carrera en la cual se encontraban participando Walker y Rodas en su Porsche Carrera GT junto a otro vehículo desconocido.
Algo que no sería difícil de creer pues la autopista en donde tuvo lugar el accidente es conocida por ser testigo de este tipo de carreras frecuentemente. Eso sin agregarle el hecho de que Paul Walker, más que actor, era adicto a la adrenalina. Al enterarme de la noticia se me hacía imposible asimilar que una ironía, indirectamente, fuera la responsable de esta tragedia.
Por otra parte me cuesta mucho creer y reconocer que su trabajo actoral en 5 de las 6 películas de la saga Fast & Furious no le dieran la impresión de saber el riesgo al cual se enfrentaba al momento de realizar este tipo de carreras. Pero ya no importa; es demasiado tarde.
Ahora bien, independientemente de lo que haya ocurrido y de quienes hayan sido los culpables, hablaré de lo que vine a hablar: el futuro de la saga Rápido y Furioso. El rodaje de la séptima entrega de la franquicia estaba en pleno apogeo, incluso Walker ya había filmado gran parte de sus escenas por lo que los primeros indicios tras el accidente apuntaban a una cancelación total de la exitosa saga.
Sin embargo Universal Pictures, estudio cinematográfico financiador del proyecto, decidió seguir adelante con el mismo llamando a una reunión de emergencia un día después del incidente a su ya seleccionado director James Wan conjuntamente con los guionistas Chris Morgan y Gary Scott Thompson para discutir cómo eliminar de la historia al personaje de Paul (Brian O'Conner).
Debido a esto el rodaje ha sido retrasado hasta nuevo aviso ya que se necesitará tiempo para seleccionar la manera más adecuada para sacar de escena a Brian. Se prevé que el estreno de la séptima entrega, programado para el 11 de julio del 2014, también se vea afectado porque todavía queda alrededor del 40% de la película por rodar.
Personalmente pienso que en honor a Paul se debe continuar con la saga pues cancelarla me parece una manera irrespetuosa de sentir lástima por una persona que, en este caso, era amante de la adrenalina. Claro, se deben hacer las cosas bien; elegir la muerte correcta del personaje en la película que de cómo consecuencia una continuación de la trama que siga atrapando a todos los fanáticos de la franquicia para evitar un fracaso y ser motivo de burlas.
Tanto Universal con el equipo de producción son bastante reconocidos en la cinematografía mundial por lo que invito a confiar en ellos sobre el futuro de Rápidos y Furioso 7 y sus posibles secuelas.
No queda más que seguir adelante ante esta situación que sin duda me deja con un sabor amargo, por así decirlo, de por medio. Se nos ha ido un compañero, padre y cineasta al cual recordaremos cada vez que veamos algunas de las películas de Fast & Furious. Desde aquí mi más sincero sentido pésame a los familiares del actor. Que descanses en paz Paul.