
En Tokio, se celebró una ceremonia oficial de recuerdo de las víctimas en presencia del emperador Akihito y de su esposa así como también del primer ministro Shinzo Abe.
Ese día, más de 20.000 personas murieron por el gigantesco tsunami que arrasó el litoral de las prefecturas de Miyagi, Iwate y Fukushima, donde hay un complejo nuclear, un nombre que se ha convertido para muchos en sinónimo de desastre atómico.
"Nuestros padres siguen desaparecidos. No creo que podamos encontrarlos pero hemos venido a participar en la búsqueda porque queríamos hacer algo para ayudar", explicó Miho Suzuki, una ex habitante de la ciudad de Namie, hoy evacuada.
Aunque no hubo víctimas directas en las explosiones de hidrógeno y las radiaciones del complejo atómico de Fukushima Daiichi, en las horas y los días posteriores al accidente fallecieron cerca de 1.650 personas.
Tres años después, el complejo nuclear sigue devastado, la reconstrucción tarda en llegar y no todos los cadáveres de las víctimas han sido localizados.
Cerca de 270.000 personas todavía no han podido volver a sus casas, destruidas por el tsunami o inhabitables a causa de la radiactividad. Más de 100.000 personas, en muchos casos mayores, siguen viviendo en casas provisionales prefabricadas.
A pesar de las promesas del Gobierno, muchas de las víctimas tardarán probablemente años en tener un nuevo hogar. Hasta ahora sólo se ha construido el 3,5% de las nuevas casas previstas en las provincias de Iwate y Miyagi.
"Estoy determinado a acelerar la reconstrucción", dijo el primer ministro Shinzo Abe el lunes en el Parlamento. "La revitalización de Japón no puede hacerse sin poner de nuevo en pie las regiones devastadas", prometió.
Según un sondeo del canal de TV público NHK, el 95% de los japoneses todavía están preocupados por la situación de la central de Fukushima Daiichi y el 80% piensa que la energía nuclear en el país tiene que reducirse al mínimo posible.







