(ESCRIBIENDOCINE) - El tráiler cinematográfico es uno de los métodos más antiguos y funcionales para publicitar una película, pero no siempre han sido como se le conoce hoy en día pues, naturalmente, han ido cambiando en forma, contenido y presentación para adaptarse a las nuevas audiencias, que exigen cosas distintas. Desde el principio, el objetivo del tráiler fue persuadir a los espectadores a ver una película, crear expectativa y apoyarse en la promesa de que se entregaría un producto final que valiera la pena.
Según el historiador y profesor de cine Vincenz Hediger, el primer tráiler tuvo sus orígenes en una serie de Edison de 1912, Qué pasó con Mary, en donde al final del episodio aparecía texto que decía “Continuará la semana que viene”. Así fueron las primeras maneras de crear expectativa alrededor de una producción, para que los espectadores tomaran en cuenta que aún había más por ofrecer. Posteriormente, productoras y directores empezaron a notar el potencial de un tráiler, así que crearon anuncios que asemejaban a los carteles de la publicidad impresa, fuertemente influenciados por su estética y por su utilidad.
Según Hediger, los tráilers costaban solo del 1 al 4 por ciento del presupuesto publicitario de una película, pero contribuían de un 25 a 40 por ciento en lo recaudado en taquilla.
La primera agencia de publicidad cinematográfica en forma fue la National Screen Service, quienes comenzaron a entregar los tráilers de forma separada del resto de las películas. En ese año, 1919, los tráilers se dejaban al final de la película, por lo que la gente no hacía mucho caso y pocas veces se quedaba a verlo. Ahora, las escenas escondidas obligan a muchos fanáticos a quedarse hasta el final de los créditos, por lo que se puede ver lo mucho que ha cambiado el modelo de mercadotecnia durante todos estos años.
El cine entonces encontró algo muy valioso: la capacidad de publicitarse a él mismo, bajo sus propios métodos, algo que ningún otro tipo de arte podía hacer de manera tan efectiva. Posteriormente, los métodos involucraron a los actores y directores promocionando la película a modo de presentación en lo que parecía un mini documental detrás de cámaras.
Andrew J. Kuehn fue quien le dio a los tráilers el look y modelo de narrativa que muchos siguen manteniendo hoy en día: un tráiler con guión, diálogos de los personajes, montaje de ciertas escenas seleccionadas y highlights de la banda sonora. Con la aparición de los primeros blockbusters en los setenta, la demanda de los tráilers y la inversión de publicidad se hizo más urgente y necesaria para los productores.
Actualmente ha habido casos de películas en las que su tráiler es mucho mejor que la entrega final, en ese sentido, se ha vuelto un arma de doble filo no para la industria, sino para los espectadores. Hay un público dividido respecto a los tráilers: hay quienes odian esta nueva moda de sacar por lo menos cinco teasers y tráilers de una película (por lo menos) porque sienten que pueden ver toda la película juntando los tráilers. Sucedió, por ejemplo, con The Avengers, aunque de cualquier forma el éxito en taquilla fue arrasador y la recepción de los tráilers también fue bastante buena.
El tráiler sigue siendo el modelo más confiable de publicidad cinematográfica y con el tiempo, se ha vuelto un ejercicio de creatividad en si mismo.