
La cinta se promociona desde hace meses prácticamente sola en las redes sociales y la Berlinale, que la incluyó en su sección especial, fuera de competición, ni programó una rueda de prensa con sus protagonistas, Jamie Dornan y Dakota Johnson, presentes en la capital alemana para desfilar por la alfombra roja.
Antes de su proyección, los periodistas acreditados para la cobertura del festival mostraron divididas opiniones ante un largometraje considerado por unos un clásico filme romántico de la factoría Hollywood y por otros un filme erótico apto para la mayoría de los públicos.
A muchos les sorprendió los apenas once minutos –cronometrados por varios críticos– de escenas de sexo y la suavidad de muchas de las imágenes que, dado los ríos de tinta que se han gastado en el filme, se esperaban tal vez más ásperas.
La directora Sam Taylor optó por contar de forma más o menos clásica una historia de deseo y amor complicado por el abismo que separa a sus protagonistas, evitando planos revolucionarios, controversiales o excesivamente explícitos.
No ahorra al espectador, sin embargo, algunos de los capítulos sadomasoquistas en el “cuarto de juegos” que conquistaron a millones de lectores cuando apareció en las librerías el primer volumen de una trilogía que prácticamente reinventó el género.
Con más palabras que imágenes, la primera escena de sexo en la película de dos horas llega después del minuto cuarenta.