
En primer lugar, aunque tengamos una buena relación con nuestros superiores y no estemos obligados a marcar la hora de entrada, es nuestra responsabilidad llegar a tiempo, ya que sólo de esta manera podremos sentirnos con el derecho de irnos en el horario correspondiente.
HORAS LABORALES
Evitemos confianza excesiva. Está bien fomentar un buen ambiente laboral y una relación cordial entre compañeros, pero no debemos pasar los límites profesionales, por ejemplo, poner apodos o gastar bromas pesadas, pues lo que empieza como juego, puede terminar en un serio problema.
Tratemos de moderar el volumen de nuestras conversaciones y el tipo de lenguaje que usamos (prohibidas las groserías y las frase en doble sentido) porque podrían distraer y molestar a las personas que están a nuestro alrededor; además, a ellos no les importan nuestras pláticas ni problemas.
Sobre este tema, deja de quejarte y expresar comentarios negativos sobre el trabajo, tus compañeros o incluso cualquier tema en general. Aunque no lo creas, es descortés. Nunca te maquilles, peines o pintes las uñas frente a los demás; estás trabajando, no en un salón de belleza. Si necesitas retocar tu imagen, ve al baño y hazlo ahí. Desde luego, procura no tardar demasiado.
No comas en tu escritorio, además de que brindas una pésima imagen, puedes ensuciar tus papeles, computadora y demás utensilios profesionales. Si tienes un área asignada para comer, hazlo allí; si no, espera a que llegue el momento adecuado.