Máxima Zorreguieta reina de Holanda: solo a ella le pasan estas cosas

(PD BLOG) Países como Inglaterra, Bélgica, Dinamarca, Holanda, Suecia y España entre otros, cuyos habitantes han crecido adorando y respetando a reyes, reinas y princesas, “detestándolos” solo en privado y hasta en silencio, han visto un cambio drástico con las nuevas generaciones de familias reales.

Hace unos cuantos años atrás, en España por ejemplo nadie habría osado siquiera abuchear a algún integrante de la familia real, sin embargo, no hace mucho tiempo el principe Felipe de Borbón y la mismísima reina Sofía fueron objeto de abucheos cuando asistían a un evento oficial.

Tanto han cambiado las reglas que ya no ha sido necesario ser de descendencia real para contraer matrimonio con un príncipe o una princesa; bastan los ejemplos de Kate Middleton, Letizia Ortiz o los esposos de las dos princesas de Suecia, Madeleine y Victoria, hombres comunes como cualquier otro.

Pero quien ha colaborado mucho en la nueva imagen de la realeza europea, es sin lugar a dudas la argentina Máxima Zorreguieta, ahora reina de Holanda, y quien fuera protagonista de un verdadero cuento de hadas en pleno siglo 20. Su accionar natural y la total ausencia de gestos almidonados, suponen en cada evento al que va, la existencia una historia singular que la tiene como estrella principal. Y aún cuando nadie está mirando, las cosas insólitas suelen sucederle, como cuando hace una semana, se quedó sin gasolina en su auto a mitad de camino rumbo a su residencia. Sucede que ser reina puede implicar también, saber cuando su propio auto tiene o no gasolina, cosa que Máxima no había notado hasta ese día.

La historia singular esta vez, involucra a la propia Máxima, y al alcalde de Amstelveen, Fred de Graaf. Ambos se cruzaron en la celebración del Dia del Rey, la cual se llevó a cabo por el cumpleaños número 47 del esposo de Máxima y rey de Holanda, Guillermo Alejandro. Mientras la reina saludaba a los asistentes y les prestaba a cada uno especial atención, de Graaf se acercó a donde ella estaba para acompañarla en los saludos, y se le ocurrió la idea de tocarle el trasero por algunos minutos, sin que aparentemente la reina se inmutara del hecho. Lo increible del caso suma el hecho de que el esposo de Máxima estaba de pie a pocos pasos de ellos, como un expectador involuntario de la situación.

Observando las imágenes que del momento circulan en la web, muchos opinan que puede tratarse de una “ilusión óptica” y que de Graaf realmente no haya sido capaz de tal acción.

Habiéndose dado cuenta o no, habrá que ver cual es la respuesta de la reina a tal exceso de confianza, pues parece ser que sólo a ella le pasan estas cosas.

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