El viernes, el jefe de policía de esta localidad, Tom Jackson, que identificó al autor de los disparos como el agente Darren Wilson, dijo que Brown, de 18 años, era, el día en que lo mataron, uno de los dos sospechosos de robar cigarrillos en una pequeña tienda de la ciudad.
Pero la familia del joven ha reaccionado ante la declaración del jefe policial, a quien acusan de querer “manchar la imagen” de su hijo “que no tenía antecedentes penales y estaba a punto de empezar la universidad”.
En un comunicado, la familia Brown dijo que si bien su hijo no era perfecto, no merecía morir de ese modo.
“No hay nada basado en los hechos que se han sido puestos ante nosotros que pueda justificar el asesinato estilo ejecución de su hijo por parte de un oficial de policía ante quien él levantó las manos, que es el signo universal de rendición”, dijo el comunicado de la familia Brown firmado por los representantes legales.
Quería una vida mejor
El 1 de agosto recibió su diploma de bachillerato del Normandy High School, una escuela a la que acuden jóvenes de bajos recursos de San Luis.
Su graduación, según testimonios de algunos de su compañeros, fue una lucha cuesta arriba para el joven, quien debió cumplir un programa alternativo de verano para poder acumular los créditos que necesitaba.
Michael Brown se sentía particularmente orgulloso de su logro y así se lo comunicó a algunos de sus cercanos.
Uno de ellos es Hershel Johnson, su amigo de la escuela, quien le contó al diario St. Louis Post-Dispatch, el principal de la ciudad de San Luis, que el día de la graduación, Brown le dijo que no pensaba “terminar como alguna gente en las calles”.
“Él iba a obtener una educación. Él iba a hacer de su vida algo mucho mejor”, dijo Johnson.
Se ha dicho que el joven iniciaría estudios universitarios en el Vatterott College, en San Joseph, Misouri, aunque la institución no ha afirmado ni negado la especie.
“Un gigante amable”
Sus conocidos han dicho que él pensaba asistir a la escuela técnica para aprender a reparar hornos y aires acondicionados y tener su propio negocio.
“Todos quieren ser futbolistas o beisbolistas”, dijo Gerard Fuller, quien conocía a Brown desde el segundo grado en la escuela Pine Lawn. “Él quería tener su propio negocio. Él dijo ‘hagamos algo de nada’”.
Era el mayor de los cuatro hijos de Mike Brown y Lesley McSpadden -ya divorciados- y según sus allegados -que lo apodaban “Big Mike” (El gran Mike)- tenía una sonrisa amplía, casi tanto como su tamaño.
Sus profesores lo describen como una persona tranquila, que no causaba problemas. Y para su tío Charles Ewing, era un “gigante amable”.
Según un reporte de la estación de televisión local KTVI, el joven había empezado a experimentar con la música, al escribir y grabar piezas de rap en la casa de su abuela.