(AP) - A principios de junio de la año pasado, la epidemia de ébola en África Occidental fijaba récords de fallecidos. No había suficientes camas para tratar a los pacientes y muchos se negaban a solicitar tratamiento. Altos funcionarios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en África plantearon la posibilidad de declarar una emergencia internacional, pero la respuesta de la sede de la organización en Ginebra fue: esperen.
Según correos electrónicos y documentos internos obtenidos por The Associated Press, la agencia de salud de la ONU se resistió a declarar la alarma internacional hasta agosto, una demora de dos meses que algunos alegan puede haber costado vidas. Se cree que más de 10.000 personas han muerto a causa del virus desde que la OMS anunció el brote hace un año.
La OMS ha reconocido que actuó con demasiada lentitud para controlar el brote.
En su defensa, la OMS dice que la propagación del virus no tenía precedentes y culpa a varios factores, como la falta de recursos e información desde el terreno, pero documentos internos obtenidos por la AP muestran que los altos directivos de la organización sí estaban informados de la gravedad de la situación, pero decidiendo no declarar la emergencia en parte porque ello podía enfurecer a los países afectados, interferir con sus intereses mineros o restringir el peregrinaje musulmán a La Meca en octubre.
Declarar la emergencia era una medida "de último recurso", dijo la doctora Sylvie Briand, directora del departamento de pandemias y epidemias de la OMS, en un correo electrónico del 5 de junio a una colega que planteó la idea. "Pudiera ser más eficiente usar otros medios diplomáticos por ahora".
Cinco días después de ese correo, la directora general de la OMS, la doctora Margaret Chan, recibió un memorando que advertía que el virus pronto podría aparecer en Mali, Costa de Marfil y Guinea Bissau, pero el memorando agregaba que declarar una emergencia internacional o incluso convocar a un comité para discutir la idea "podría ser visto como un acto hostil".
Críticos y antiguos funcionarios de la OMS desestiman ese razonamiento.
"Eso es como decir que no quieres llamar a los bomberos porque temes que los camiones provoquen molestias en el barrio", dijo Michael Osterholm, destacado experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Minnesota.
Las señales de que no se trataba de un brote ordinario -el pánico, la muerte de trabajadores de la salud y la propagación del virus en las ciudades- estaban allí desde el principio. Muchas de esas señales se mencionan en un memorando enviado al director de la OMS en África el 25 de marzo.
A mediados de abril, un experimentado experto en el ébola de la oficina africana de la OMS escribió a la sede en Ginebra con noticias preocupantes de que buena parte del personal en un importante hospital en Guinea habían quedado expuestos al virus.
"Lo que vemos es la punta del iceberg", escribió Jean-Bosco Ndihokubwayo en un correo electrónico y entonces agregó: "NECESITAMOS APOYO".
El brote de ébola ocurrió en un momento difícil para la OMS, que batallaba contra brotes de poliomielitis -ante los que había declarado una emergencia internacional en mayo- y el llamado síndrome respiratorio del Medio Oriente. En una reunión del 2 de junio, un científico de alto rango advirtió que la agencia estaba "abrumada".
Declarar una emergencia internacional quizás no habría solucionado todos esos problemas -algunos incluso alegan que podía crear otros- pero es una señal mundial de peligro. La doctora Joanne Liu, presidenta internacional de Médicos sin Fronteras, dijo que había tratado de convencer a Chan de que hiciera sonar la alarma.
"Le dije que la epidemia de ébola en África Occidental estaba descontrolada", recuerda Liu que le dijo a Chan en una reunión del 30 de julio en Ginebra. "Ella me miró y me dijo: 'Doctora Liu, no soy pesimista'. Y yo le dije: 'Doctora Chan, yo tampoco soy pesimista, soy realista' ".
A final de cuentas le emergencia se declaró el 8 de agosto, momento para el cual ya había casi mil muertos por el ébola.