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Img: Google Images | RC. |
Dentro de algunos días comenzará una época en que muchas personas nos llenamos de emoción: ¡Por fin seremos bachilleres!
Estos serán momentos de alegría, de orgullo y de ilusión que recordaremos por el resto de nuestras vidas… Pero, también son fechas de preparativos, de planificación y más que todo, de decisiones. Entonces, como rayo, llegan otras cosas a nuestra mente. Nervios, nostalgia, miedo… Ese sentimiento que tenemos cuando, como repiten tanto los mayores: “Estamos a punto de definir nuestro futuro”. Estoy segura de que no solo hablo por mi misma cuando digo que esa frase es algo fastidiosa, ¡jajaja!
Y les doy mis más grandes felicitaciones a las personas que, siendo tan jóvenes, ya tienen claro su plan de vida, o al menos saben qué carrera desean cursar en la universidad. Es algo que, desde mi perspectiva, hay que admirar. Pero este escrito está especialmente dirigido a aquellas personas –como tú, como yo- que no tenemos clara nuestra visión hacia esa palabra abstracta a la que llaman futuro. Tal vez sirva de inspiración, tal vez cree confusiones, o hasta abra los ojos de algunos y cambie sus planes… Pero PD Blog, al ser la voz de los jóvenes, me ha dado la oportunidad de compartir con todos mi opinión y eso me encanta.
Primero que todo, al momento de elegir una carrera siempre está el problema de la motivación. ¿Qué es lo que nos interesa conseguir? Esto es lo principal.
Mi mamá leyó una vez que hay tres tipos de personas en el mundo: aquellos cuyo punto central es conseguir y dar amor, aquellos cuya vida está centrada en la búsqueda de conocimientos, y aquellos cuya meta es alcanzar el poder, el éxito, la riqueza y el reconocimiento público.
Aunque es una buena manera de clasificar personalidades, pienso que todos a primera instancia tenemos un poquito de cada cosa. Porque en realidad, ¿a quién no le gustaría estar lleno de amor, amistades, de metas logradas, inteligencia… y por supuesto, que no falte la platica? Y realmente esto no está mal. El problema viene cuando nos damos cuenta que no siempre podemos tenerlo todo, y nos llenamos de estrés. La triste realidad es que muchos jóvenes nos sentimos presionados por este tema. El típico “me gustaría estudiar tal cosa… pero no voy a tener cobres, así que me resignaré y estudiaré esto otro”.
Sinceramente, soy partidaria de seguir nuestros sueños hasta el final, por más raros y locos que parezcan… Pero el factor económico hoy en día es algo que incide en los planes de la gente, incluyéndome. Esto significa que debemos bajarnos de las nubes y llegar a tierra firme, dejando en el aire tantas ilusiones que nos hacían desear que ese futuro llegara ya.
Entonces es cuando les digo a todos: No cometan el error de irse a los extremos, porque nada es bueno en exceso. Como decimos por aquí: “¡Ni tan calvo, ni con dos pelucas!”
Mi consejo es que siempre llevemos nuestra mirada hacia el cielo, pero manteniendo los pies sobre la tierra. Nunca dejen de luchar por sus sueños, pero tampoco dejen que la emoción y desesperación por ir rápido los conduzca a tomar malas decisiones.
Más concretamente, si quieres practicar algo que te encanta, pero no es muy bien pagado o no te ofrece el “estatus social” que deseas, no abandones por ello tus primeros deseos, pues ellos están llenos de lo que eres, de lo que has estado formando a través de tu vida y de lo que en realidad aspiras llegar a ser. Puedes, por ejemplo, tomar una carrera que sea socialmente reconocida y que esté vinculada a tus sueños, o puedes optar por estudiar dos carreras: la del soñador positivo y la del realista preocupado. Incluso puedes tomar una carrera bien remunerada y seguir practicando paralelamente actividades que te llenen, pero que no sientas que puedan ser tu sustento dentro de algunos años. Esto es para las personas que desean irse por el camino seguro.
Yo, por ejemplo, amo las artes y deseo en un futuro ser una pintora y artista del cómic; mas sé que en mi país las bellas artes no tienen campo de trabajo suficiente. Por ello estudiaré arquitectura, una carrera que tiene una posición con más oportunidades aquí y que está vinculada a lo que me gusta… Para luego, al tener una seguridad en cuanto a lo económico, poder estudiar esas artes plásticas que tanto amo más a fondo y poder demostrar a todos que sí se puede.
Ahora, para las personas que no temen tomar riesgos, los invito a que continúen y no dejen que nada ni nadie les arruine su felicidad. Nada es mejor que la satisfacción de conseguir algo que anhelamos con nuestro corazón.
Finalmente quisiera compartir con todos una frase que una buena maestra me enseñó un día: “Todo lo que se hace con amor y esfuerzo saldrá bien”. Tomen la decisión que tomen, mi consejo es que no dejen sus sueños atrás, porque la vida es eso, el impulso de ir hacia adelante.
Rebeca Colmenárez.