(PD BLOG).- Excelsos, maravillosos, eternos, mágicos, épicos... éxtasis total en el Camp Nou. El Barcelona llegaba al partido en plan de victima, con la moral algo baja debido a los resultados ante el Real Madrid (dos derrotas, una de ellas les costó un título) y la caída en la ida ante el mismo Milan. El equipo de Massimiliano Allegri sacó una alineación común para el resultado favorecedor que tenía pero es que desde el pitazo inicial el Barcelona sabía a que vino.
Presión muy alta, con delanteros defensores, medio campo rompedor y la defensa atenta. No espero tanto Messi y aprovecho al quinto minuto de partido un rechace corto en el vértice del área que remató con toda la furia a "donde la doña cuelga la ropa" del marco defendido por Abbiati. Un primer tiempo ampliamente dominado por el equipo de Roura que siguió intentándolo y pudo haber conseguido un par de tantos más con remates de Iniesta y Xavi que fueron desviados por el portero rossonero. El Milan pudo conseguir el empate tras un despeje que falló Mascherano en la recepción, Niang largó la pelota y remato al borde del área de un Valdés batido pero la pelota pegó en el poste. Minutos después, Leo Messi marcaba nuevamente desde el borde del área tras un excelente pase de Andrés Iniesta que recuperaba el balón ante una posible acción de contra del Milan.
Ya en el segundo tiempo todo igual, el Barcelona seguía recuperando la pelota con la presión muy alta en busca de el gol de la clasificación. El Milan aún no estaba cómodo (no lo estuvo hasta los últimos 15 minutos). Al minuto 55 los culés tocaban en tres cuartos de cancha, Sergio recupera un balón rechazado por la defensa del Milán tras haberlos movido hacia el costado izquierdo del ataque azulgrana, se lo juega a Xavi y éste que no lo piensa dos veces filtra un balón apoteósico a la banda derecha donde se encontraba David Villa que ejerce un control de calidad y ya con el marco a tiro remató de forma sublime para marcar el tercer gol blaugrana. Allegri reaccionó rápidamente porque se sabía eliminado, hizo ingresar a la cancha a Robinho, Muntari y Bojan. El primero y el último creadores de peligro constante en los minutos finales. Milan adelantó unos metros más ante el reposo culé y creo un par de ocasiones de peligro, una desde la banda izquierda de su ataque por medio del ex-jugador del Barcelona, Bojan Krkic, que desbordaba a Piqué y sacaba un buscapié hacia Robinho que terminó estrellando la pelota a la humanidad de Jordi Alba.
Transcurrían los minutos finales y fue cuando en una acción de contragolpe con un Milan entregado al ataque, Alexis Sánchez tiró un centro hacia el borde del área tras recibir el pase de Messi que Alba terminó guardando de zurda ante la salida de Abbiati. 4-0, final.
Un partido en el que nunca se vio al Milan cómodo y mucho menos acertado de cara a puerta. El Barcelona volvió a ser el equipo demoledor de hace más de un mes, un equipo que se perdió de momentos mentalmente pero que reaccionó en el día perfecto. Con un Messi superlativo, Xavi perfecto en cuanto a dirigir la orquesta se refiere, Iniesta que cada vez que quiso pudo y, finalmente, Busquets, Alba y Mascherano que estuvieron férreos en la tarea defensiva.
Recuperaron la actitud, las piernas, la mentalidad, pero lo más importante: recordaron que el juego debe ser total y lo ejercieron de la mejor manera como desde hace rato no se veía. Porque épicos son los que a la hora de ser acertados no fallan; que saben lo que buscan, quieren y lo consiguen ante cualquier adversidad; y obviamente los que lo intentan buscando ese solo objetivo de manera excelsa: la épica.