Real Madrid logra la tan ansiada décima Champions League en una final épica




(PD-BLOG).- Dicen que la historia es cíclica. Que todo se repite, que a pesar de que pase mucho tiempo entre ambos sucesos, siempre hay rasgos que te trasladan al origen. Hoy, regresamos 12 años atrás y vimos como el Real Madrid logró su décima corona continental. La novena de Zidane, pasó a ser la décima de Ramos; gracias a un gol agónico que cambió el destino de dos grandes conocidos, rivales acérrimos de cuna.

Atlético fue campeón durante 93 minutos. Años atrás estaba sumido en un infierno, hoy, solo le bastaron 120 segundos para llegar a lo más alto. Pero de un momento a otro, se desplomó esa realidad y los colchoneros evocaron Heysel 1974, una pesadilla para todo seguidor. Regresamos en el tiempo a un Atlético que exaltó y plasmó a todo el mundo lo que significaba ser colchonero de arraigo, orgulloso por los colores, con mística, sin la necesidad de inversionistas millonarios y fichajes estratosféricos. Siendo el “equipo del pueblo”, demostraron que a veces se corre más con el corazón que con las piernas, dejando en alto el nombre del club. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Ese Atlético de antaño era conocido como un equipo contragolpeador, de fuerte defensa y con un arquero talentoso. Había sido Campeón de Liga el año anterior, subcampeón en esa temporada; convirtiéndose esto en la base del proyecto del año siguiente. Antes de pasar a su primera final de Copa Europea venció a rivales importantes (en la actualidad lo hicieron con Milan, Barcelona y Chelsea) y su último desafío fue la conocida Batalla de Glasgow, un duelo ante el Celtic de esa época, uno de los mejores de su historia, comandado por jugadores habilidosos de renombre como Jimmy Johnstone, quien fuese considerado por muchos como el mejor jugador del club. En un partido polémico, lleno de mucha fuerza, al cual a los madrileños les expulsaron tres jugadores y se mostraron más ofensivos de lo normal, se encontrarían con Bayern de Múnich en Bélgica por el trofeo. Es aún este duelo ante los escoceses recordado y que ha dejado cierta ira en los locales.

A este último partido llegaba invicto pero con bajas importantes, dirigidos por Juan Carlos Lorenzo, técnico que había ya estado en las filas del club, cual 2014. En la final, pudieron controlar al temido Bayern de Múnich. Los germanos se encontraban en un momento crucial de su historia, marcando época y un dominio inigualable, de la mano de Beckenbauer, Maier y Muller. Destacaban por su enorme competitividad y habilidad para ganar títulos inesperados, y sí que lo demostraron.

El Aleti dominó y controló el juego, un tiro libre de Luis Aragonés en prórroga significaba el triunfo, pero solo 15 segundos bastaron para cambiar y redefinir el curso. El defensor Georg Schwarzenbeck puso el empate a nada del pitazo final y dos días más tarde con un 4-0 en el partido de desempate, se coronarían reyes de Europa. Los colchoneros estuvieron cerca, demasiado cerca.

Hoy, pocas cosas cambian. Misma historia, diferentes nombres. Mismo mérito o quizás mayor. Pasados 40 años, nadie se imaginaba que este Atlético que venía haciendo las cosas bien (Copa del Rey, Supercopa de Europa, Europa League), estaría en la misma temporada en la final de Champions y se llevaría tras 18 años la Primera División Española, que luchó partido a partido con Barcelona y Real, su rival de hoy; que se habían repartido entre sí las nueves ediciones pasadas. Rompió un modelo, un esquema, un estereotipo.

Los merengues por su parte alcanzan el clímax de más de una década de persecución, en la que desembolsillaron  1,681 millones de dólares, contrataron 62 jugadores y facturaron el fichaje más costoso: Gareth Bale del Tottenham por 145 millones de euros. Pero fue de la forma más inesperada que se logró la décima, sin tanto escándalo, sin tanta algarabía, paso por paso haciendo lo propio. Con ‘Carletto’, el equipo fue de menos a más, sigilosamente y a todo pronóstico se metió en una final europea, ganó la Copa Del Rey y  luchó hasta pocas jornadas del final el título liguero.

Real Madrid recuperó una identidad, repotenció el estilo y si muchas veces fue criticado por falta de espectáculo, siempre logró lo importante y lo que los conduzco hasta acá: los resultados. Que un conjunto haya jugado a la defensiva no significa que no tenga merecimiento, es válido, es legal. ¿Es espectáculo? No. ¿Es emocionante? No. ¿Es efectivo? Para los merengues, sí. Los que saben de fútbol no esperaban una final vistosa, por los rivales que venían, y aunque los rojiblancos hicieron un gran partido; los del italiano mostraron una táctica exquisita, orden, cierre de los espacios, contras peligrosas y el brillo de individualidades. No sólo hoy, sino a lo largo de la competición.

Los de Simeone fueron puro corazón, difícil era robarles el balón, garra sobraba, crearon excitación, expectación e hicieron vibrar a Lisboa. Gabi, Tiago, Villa, Adrián, Courtois. Todos colaboraron al máximo. Los últimos diez minutos del reglamentario fueron de infarto, minutos donde podían ser eternos, pero Ramos al 93’ con toda la tenacidad madridista cambió el panorama, de una incapacidad ofensiva, pasaron a dominar el partido ante un Aleti exigido en demasía físicamente, con desgaste mental y emocional. Terminaron encerrados atrás sin respuesta para irse a la contra, mientras que los blancos tranquilos impusieron su juego y llegaron los goles de Bale, que esa vez si no le falló el pulso, Marcelo y el penal de Cristiano.

Si se coronaban, era dándolo todo, luchando como siempre, no podía ser de otra forma, era el reto final, no sería fácil. Si no, morían de pie. Ya saben lo que dicen por ahí, que aplica en ambos casos. “Si no se sufre, no es Madrid”.


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