OPINIÓN: En busca del sentido, por @ricardorubiof

Hace ya casi 60 años, la humanidad fue testigo de una brutal masacre de inocentes, en el marco de los embates generados por la Segunda Guerra Mundial, como rebrote del mal, que no parecía verse sepultado con el ocaso de la Primera Gran Guerra. Los actores involucrados, grandes Estados, en búsqueda de la primacía internacional y expansionismo de sus territorios, calaron arduamente en la opinión pública internacional, alcanzando mayor connotación la especial política agresiva de la Alemania Nazi, de Adolf Hitler.

Sin entrar a profundidad sobre las innumerables pérdidas materiales y económicas, así como otros efectos y consecuencias de esta nefasta guerra, el factor humano, fue determinante para entender o empezar a caer en la cuenta del efecto que trajo al mundo las “ideologías del mal”1, y lo que a partir de entonces era imposible de borrar de la memoria.

Protagonista de excepción de tan difíciles momentos fue el psiquiatra vienés, Viktor Frankl, quién permaneció internado durante tres años en Auschwitz, Dachau y otros campos de concentración. Durante esos tres caóticos años, en el cual tan cerca estuvo de la muerte, considerando que su familia, no contó con la misma suerte de él, de sobrevivir, y poder contarlo, incluyendo a su esposa embarazada, la trayectoria de éste médico, transcurrió en la preparación y organización de lo que él consideraba la logoterapia.

Ésta ciencia consistía en la solución que conseguía para que sus pacientes aquejados con distintos padecimientos en los campos de concentración, evitaran el suicidio, respondiendo a preguntas como ¿Por qué no se suicida usted?, consiguiendo como respuestas, que a éste o a aquel, lo que le ata a la vida con los hijos, al otro un talento, una habilidad sin explotar, etc.

Dentro de esta dinámica el también Doctor en Filosofía por la Universidad de Viena, y luego del fin de la guerra, reconocido con el título de doctor honoris causa por veintinueve universidades de Europa, América del Norte y del Sur, Asia y África, logró poner en el corazón de sus pacientes, prisioneros, algo por lo que todavía valía la pena vivir, es decir, el sentido que todavía tenían sus vidas. De esta forma contrarrestó la gran cifra de suicidios que se venían acumulando como consecuencia de las condiciones a las que estaban expuestos, así como de la suerte que muchos de ellos imaginarían que correrían.

“Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud frente a la vida. Debemos aprender por nosotros mismos, y también enseñar a los hombres desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada en la vida, sino que la vida espere algo de nosotros. Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente. Y respondamos no con palabras, ni con meditaciones, sino son el valor y la conducta recta y adecuada. En última instancia, vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a las cuestiones que la existencia nos plantea, cumplir con las obligaciones que la vida nos asigna a cada uno en cada instante particular”2

Hoy en día, aún permanecen vestigios de éstos males en el mundo, la aparición del autodenominado Estado Islámico, en referencia a un gobierno ideal basado en la ley islámica y que se asocia a los primeros tiempos del islam, ha cumplido con su amenaza de “ahogar en sangre” a Estados Unidos en venganza por el castigo que le está infligiendo en Irak. Pero lo cierto en que ya miles de cristianos han sido víctimas de estos grupos en varias ciudades de Irak y Siria, como consecuencia de la expansión de sus fuerzas, y el número de adeptos que han sumado. Parece, tal es el caso, no haber sentido para tan alta brutalidad.

Mientras tanto, el Papa Francisco, se ha pronunciado, pidiendo elevar plegarias por los cristianos que han muerto a causa de estos grupos extremistas, y de los otros tanto que hoy en día han tenido que huir de sus hogares por temor a ser alcanzados. Asimismo ha apoyado las acciones para detener la ofensiva de los yihadistas (rama más violenta dentro del islam político) contra los cristianos y otras minorías religiosas en Irak. Lo propio también ha hecho, quien parece ser clave en el asunto, el presidente norteamericano Barack Obama, quien ha afirmado que su país continuará la ofensiva en Irak contra el grupo extremista Estado Islámico, a los que calificó de “salvajes”, acotando que dicha acción militar representa para Washington un asunto de interés nacional a largo plazo.

Lo cierto es que no parece verse una salida temprana que impregne de sentido, el ¿por qué? de tanta barbarie, la razón de ser de tantas muertes, que todavía en pleno siglo XXI, impregnan las primeras páginas de los diarios. Gran sentido, aportan las palabras del Dr. Frankl “En última instancia el hombre no debe cuestionarse sobre el sentido de la vida, sino comprender que la vida le interroga a él (…) la vida pregunta por el hombre, cuestiona al hombre, y éste contesta de una única manera: respondiendo de su propia vida y con su propia vida”3 . Esto solo es posible desde la perspectiva de la responsabilidad personal, como comentaría más adelante el Dr. Frankl. Desde lo que cada uno sabe que tiene que hacer, y de lo que actuando en conciencia se propone hacer para contribuir a los grandes cambios que ha cada uno de nosotros nos toca emprender.

Sirvan estas primeras líneas, para iniciar esta columna, que espero sea un espacio, para compartir sobre distintos tópicos de la vida cotidiana, siempre buscando sembrar propósitos, sobre las formas como responder antes lo que cada día nos toca vivir.

Ricardo E. Rubio F.
@ricardorubiof
 
Abogado. Doctor en Ciencias Políticas. Magister Scientiarum en Derecho del Trabajo. Diplomado en Componente Docente. Diplomado en Relaciones Internacionales. Profesor de Pre y Post Grado.



CITAS
1 JUAN PABLO II. Memoria e Identidad. Editorial Planeta. 2005, (p.27)
2 FRANKL, V. “El hombre en busca de sentido”. Editorial Herder. 2007
3 FRANKL, V. “El hombre en busca de sentido”. Editorial Herder. 2007. (p. 131)

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