"-¿Había algunos muertos en la camioneta antes de bajarlos?
-Si, al momento que yo iba a pasando a los chavos, ya había muertos, aproximadamente quince muertos.
-¿Muertos de bala o de qué?
-Se ahogaron, se asfixiaron".
El interrogatorio forma parte de las evidencias que el Procurador General de México, Jesús Murillo Karam, presentó este viernes como una prueba más de la realidad a la que apuntan todas las pistas obtenidas por su oficina: que los 43 estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa fueron asesinados pocas horas después de haber sido detenidos por la policía municipal de Iguala y Cocula y entregados a sicarios de los Guerreros Unidos.
Una realidad, empero, a la que no se le puede dar el sello definitivo de veracidad, pues los restos encontrados en el lugar donde se produjo la matanza -el basurero de Cocula- quedaron tan desintegrados y calcinados que será muy difícil identificarlos.
Tanto, que los laboratorios especializados no se arriesgan a dar un margen de tiempo para lograrlo.
La evidencia científica no está, pero se dispone de los testimonios de algunos de los perpetradores.
Y son escalofriantes
Lo que se sabía
La rueda de prensa empezó con más de una hora de retraso, luego de que el procurador viajara en helicóptero desde Chilpancingo -capital de Guerrero- a Ciudad de México tras reunirse brevemente con los familiares de los jóvenes.
Y fueron los padres quienes primero vieron las grabaciones en las que dos hombres -por sus voces, no mucho mayores que sus víctimas- cuentan en detalle cómo asesinaron a los estudiantes, calcinaron sus cuerpos, picaron los huesos y luego los arrojaron al torrente de un río.
Sus nombres: Patricio Reyes Granda y Agustín García Reyes.
La primera parte del relato del Procurador es conocida: cómo ese viernes en la noche, los estudiantes fueron atacados y detenidos por la policía por la sospecha de que habían llegado a Iguala para interrumpir un informe público de María de los Ángeles Pineda, esposa del exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, ambos detenidos como autores intelectuales del crimen.