
Esta investigación demuestra que la generalizada exclamación ¡necesito un abrazo! es en realidad una petición humana que busca aliviar molestias como las de la gripe.
El líder de la investigación, Sheldon Cohen, asegura que “ser abrazado por una persona de confianza puede actuar como un medio eficaz para transmitir apoyo, y que el aumento de la frecuencia de los abrazos podría ser un medio eficaz para reducir los efectos nocivos del estrés”.
El estudio tomó a 400 voluntarios que fueron expuestos a un resfriado común en un laboratorio, y luego se monitoreó la evolución y desarrollo de los síntomas del virus. Además se les pidió completar una encuesta a cerca del apoyo social y de la cantidad de abrazos que reciben al día.
Las conclusiones demostraron que las personas que se sentían más abrazadas por sus familiares y amigos eran menos propensas a desarrollar síntomas de la enfermedad y además reducían los estados psicológicos estresantes como la depresión y la ansiedad.