
Carol Aird (Blanchett), una burguesa casada con un banquero en el Nueva York de la época, atrapada en un matrimonio infeliz, un día encuentra a una vendedora, Therese Belivet (Rooney Mara) en unos grandes almacenes, y surge el flechazo.
Carol ya había tenido algún flirteo más o menos efímeros con una amiga de la infancia para tratar de evadirse de su asfixiante jaula dorada, pero para Therese, una joven veinteañera a quien le gusta la fotografía pero incapaz de saber lo que realmente quiere hacer de su vida e insatisfecha con su convencional novio y una existencia anodina, esta relación le abre un nuevo mundo.
Adaptada de la segunda novela homónima y autobiográfica de Patricia Highsmith, publicada en 1952 con el seudónimo de Claire Morgan, “Carol es una historia de amor inesperada entre dos mujeres de edad y clases sociales diferentes”, cuenta el director Todd Haynes, que ya trabajó con la actriz australiana, en I'm not there una película sobre la vida de Bob Dylan.
Las dos mujeres se topan rápido con el convencionalismo reinante en una sociedad recién salida de la Segunda Guerra Mundial. Considerada como una enferma, Carol, acusada de inmoralidad, acepta someterse a una cura de su homosexualidad.
El desafío de interpretar un papel de una novela de Highsmith es que es muy misterioso y ambiguo, dijo Cate Blanchett en la conferencia de prensa que siguió la proyección del filme. Pero Carol se convirtió en un regalo, admitió la actriz australiana, una de las más sólidas aspirantes a llevarse el próximo 24 de mayo uno de los pocos premios que le faltan en su ya abultado palmarés.