¿Dulce, truco o veneno?

(PD Blog)  Desde que Halloween se convirtió en una festividad comercial y se popularizó en los Estados Unidos, muchas son las costumbres que se han adoptado en las familias, en especial, en los pequeños. Las competencias y fiestas de disfraces son parte de la efervescencia de esta celebración, en particular, la tradición de los niños de ir de puerta en puerta pidiendo dulces con una popular frase del cine ¿Dulce o truco? 

 Siempre los padres precavidos, advierten a los pequeños de solo acercarse a casas vecinas y no aceptar dulces o regalos de extraño. Quizá este pequeño detalle lo obvió Ronald Clark O'Bryan protagonista de una mítica historia en Texas, donde su hijo, fue envenenado por un dulce. 

 El 31 de Octubre de 1974 es una fecha que vivirá en la espantada memoria de los residentes de Pasadena. En esa noche, Ronald Clark O'Bryan acompañaba a un grupo de niños, entre los que se incluía su hijo Timothy, en su ronda nocturna en busca de dulces en Halloween. Según su testimono, al llegar a una casa que permanecía a oscuras y tocar su puerta, una figura fantasmal emergió silenciosamente y entregó a los niños un puñado de caramelos. 

 De vuelta en su hogar, el pequeño Timothy ingirió uno de ellos y se quejó de que su sabor era amargo. Minutos después desfallecía entre vómitos y convulsiones. Murió antes de llegar al hospital 

 Serias inconsistencias comenzaron a emerger del relato de O'Bryan, el padre del infortunado Timothy. No pudo señalar la casa en la que los niños habían recibido los regalos. 

 Los amigos de Timothy, que lo acompañaron en su ronda nocturna, declararon que fue su padre quien les entregó los caramelos y les pidió no decir nada sobre el asunto. 

 Una compañía de seguros reveló que Ronald O'Bryan había adquirido dos pólizas, una para cada uno de sus hijos, con pocas semanas de antelación al asesinato. Investigaciones bancarias sobre las finanzas de O'Bryan revelaron que tenía abultadas deudas. 

 Todo indicaba que el culpable de horrible crimen no era un desconocido ni un agente diabólico del más allá, sino el propio padre del niño. 

 Cuando los investigadores revisaron la casa de O'Bryan, encontraron indicios de polvo de caramelo del mismo tipo que el que había sido ingerido por Timothy. Ronald O'Bryan fue formalmente acusado del asesinato de su hijo y encarcelado. 

Se lo encontró culpable y fue sentenciado a muerte. Fue ejecutado por inyección letal el 31 de Marzo de 1984. En la jerga carcelaria se lo apodó el Candyman (el hombre de los caramelos) o bien el asesino de los Pixy Stix, la marca de dulces que utilizó para cometer el aberrante crimen.

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